Por Alvaro Cepeda Neri
La disputa por el cadáver del Tyrannosaurus Rex priísta
II
I.- Ayer nos referíamos a que es claro que de Miguel Alemán a Enrique Peña, todos los presidentes fueron matando al priísmo hasta volverlo el engendro que hoy se disputan tras su fracaso con Meade –ahora consejero bancario y empresarial–. Y quien resulte presidente de esas siglas deberá quemar la momia y enterrar sus cenizas en las tumbas del PMR y del PNR, creados respectivamente, por Calles y Cárdenas. Si por una parte los 100 días es más de la oratoria con pausas y separación de sílabas, por la otra quienes buscan dirigir el funeral priísta insisten en la “unidad” que fue lo que en 73 años enfermó de muerte a ese simulacro de partido, ya que la base de una organización moderna es la unión con arreglo a estatutos y programas. Así que presenciamos los mismos errores, con la desventaja de que este PRI quiere ser oposición; lo que es casi imposible, pues tal parece que cuatro cucarachas, con un ratón de sacristán, están a punto de enterrarlo.
II.- No tiene entre sus aspirantes a presidir el entierro a una cabeza política. El desgobernador de Campeche es apodado “Amlocito” ya que lo protege AMLO y lo quiere para presidente priísta, aunque no da el ancho. El ex secretario de Gobernación: Osorio Chong, al que Peña hizo a un lado para favorecer al tabasqueño, ninguna cualidad reúne y sus antecedentes lo vuelven blanco de críticas devastadoras. Y el tal Narro que con enorme “cola” a su paso por la Secretaría de Salud, quiere hacerle al político y sólo enseña el cobre de sus ambiciones. Así, el cadáver del priísmo no tiene más remedio que ser incinerado, echando sus cenizas a la basura. El espectáculo que están dando es para que, tras sus lágrimas de cocodrilo, se dispersen y dejen que nazca un auténtico partido. Pues además tiene la desventaja ante ese otro PRI que es Morena, el cual arrasará en las intermedias y hasta puede ganar la presidencia en el 2024. No hay posibilidad que de esta crisis resurja un nuevo PRI, porque carga con todas las corrupciones que han emergido a la superficie, más las “soluciones” como más problemas del lopezobradorismo.
III.- Por lo que –insisto– no hay quien pueda resucitar ese cadáver. El funeral proseguirá rumbo al crematorio o al panteón donde yacen el PNR y el PRM; antecedentes del priísmo usado como guante de la “mano invisible” que sexenio a sexenio devastó a la Nación; y que ahora los morenistas tratan de componer. El caso es que, en el marco de los 100 días de fiesta de AMLO y Morena, los restos del PRI se pasean, mientras les llegan las “coronas” para su final. Y es que se ve difícil que con nuevas siglas, nuevas reglas y un programa al grito de: “¡júntense, júntense…!” consigan tener también su cuarta transformación, para entrarle al juego de la oposición electoral. Por lo pronto enseñan sus miserias, su ocaso, en el contexto de un presidencialismo igual que antes: todopoderoso, que mira al PRI como lo que es: un cadáver que no encuentra dónde ser sepultado. Asistamos, pues, al deplorable espectáculo de los que perdieron todo con cargo a uno que fue de los suyos y ahora los tiene en el féretro.