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Opinión

Hugo Carbajal Aguilar

América Latina

¿Cuál sería, entonces, el papel de la publicitada y multimencionada 4ª Transformación? Se trata de construir de conjunto una estrategia que nos permita fortalecer la movilización popular y las luchas en la región.

No perdamos de vista que este esfuerzo es una Jornada Continental por la Democracia y Contra el Neoliberalismo, es un proceso amplio, diverso, plural y unitario, espacio de articulación de las resistencias y alternativas de nuestros pueblos. Este nuevo gobierno mexicano, que se anuncia como la 4ª Transformación, tiene que dar muestras fehacientes de que está en esa misma meta, en busca de ese objetivo.

No cabe duda que se han obtenido importantes conquistas sociales y políticas por los gobiernos populares en los últimos años, con limitaciones sí, que tenemos que enfrentar en estos procesos. Reconozcamos la importancia de la movilización social organizada para avanzar en esa transformación y superar la lógica depredadora del sistema capitalista.

El dominio imperialista continúa y no está, por supuesto, conforme con el avance en la toma de conciencia de nuestros pueblos. Su afán demoledor busca proteger sus intereses. Como parte de esa avanzada, el gobierno de los EE.UU. pretende reforzar su influencia imperial en la región y despliega una política de intervencionismo abierto utilizando todos los dispositivos diplomáticos, culturales, económicos y militares.

Ataca la soberanía de nuestros países. Su estrategia de militarización es a través de la ampliación de bases militares y la presencia de tropas con ejercicios “humanitarios” que ocultan la pretensión de control territorial sobre nuestros bienes comunes estratégicos. Por ejemplo, la permanencia de fuerzas de seguridad extranjeras en Haití, como parte de la nueva misión de la ONU, Misión de Naciones Unidas para la Justicia de Haití (MINUJUSTH) continúa la ocupación de ese pueblo y responde a esta misma lógica.

Esta estrategia imperial se condensa en la guerra multidimensional contra Venezuela, que tiene momentos de violencia paramilitar, de bloqueo económico, asfixia financiera, sanciones internacionales, criminalización mediática y aislamiento diplomático. Así que hay que mantener nuestra solidaridad con el pueblo de Venezuela y su derecho soberano a desarrollar su proyecto social, político y económico sin agresiones, ni injerencias, con garantía de la paz y el respeto de sus instituciones.

El grave incumplimiento de los acuerdos de La Habana pone en serio peligro al proceso de paz en Colombia y profundiza la violencia en la ocupación de territorios por parte de fuerzas paramilitares, con el recrudecimiento de los asesinatos de líderes sociales populares.

El imperialismo continúa el ataque a los procesos que mantienen gobiernos progresistas y de orientación popular, recrudece el criminal bloqueo contra Cuba y hace retroceder el proceso de normalización de las relaciones entre EEUU y la isla; impulsa el sabotaje a la gestión del gobierno de El Salvador y asedia al gobierno de Bolivia.

La nueva institucionalidad regional impulsada los últimos años, como UNASUR y CELAC, que aun con déficits en sus contenidos y participación, constituyen esfuerzos importantes hacia una integración no subordinada a la política de EE.UU también se ve amenazada. Así mismo, hay que denunciar los retrocesos que afectan el proceso de Mercosur y lo reorientan a la agenda del Neoliberalismo.

Más preguntas: ¿Qué tareas tendremos que asumir como pueblo consciente y participativo, comprometido con la transformación radical?

Es fundamental reforzar la acción política de movilización, organización y lucha desde las fuerzas populares para construir las democracias verdaderas e impulsar un proyecto político de unidad de transformación de carácter popular en América Latina y el Caribe. No puede haber democracia sin participación, sin distribución de la riqueza, sin acceso a la información y la justicia.

Se trata de continuar luchando por la integración de nuestros pueblos y naciones reivindicando nuestra diversidad cultural, social, política y económica, colocando en el centro los derechos de los pueblos. Así mismo, enfrentar la ofensiva reaccionaria, afirmando la libre circulación de las personas y el reconocimiento de la ciudadanía universal.

Hay que asumir como propia la defensa innegociable de la autonomía y libertad de las mujeres, la lucha para poner fin al feminicidio y todas las violencias machistas, afirmar también el derecho al aborto legal, público y seguro.

Las tareas son múltiples y variadas. Por ejemplo, esta otra que nos obliga a enfrentar a las empresas transnacionales y sus estrategias de captura y sometimiento de las instituciones democráticas, promoviendo acciones concretas para reducir el espacio que tienen con el fin de evadir y eludir sus responsabilidades. Movilizarnos para que se establezcan instrumentos nacionales e internacionales que impidan que los derechos de las empresas tengan primacía sobre los derechos humanos y de los pueblos, participando del proceso para la adopción de un Tratado Internacionalmente Vinculante sobre Empresas Trasnacionales y DDHH. Esto sería realmente importante.

Impulsar una integración popular que respete la diversidad de nuestras culturas. Que se construya desde la participación protagónica de nuestros pueblos. Que defienda la paz y la autodeterminación en nuestros territorios, libre de bases militares e intervencionismos, con complementariedad de las economías y relaciones de solidaridad y cooperación.

Luchar por una reforma agraria integral y popular, como proceso que garantice a los campesinos el acceso a la tierra, el agua y el territorio, así como la protección de las semillas nativas y de los saberes ancestrales fomentando de esta manera el desarrollo de la soberanía alimentaria y la agroecología para alimentar a nuestros pueblos.

Impulsar la articulación de nuestros medios alternativos y populares bajo una estrategia de comunicación coordinada y sostener la lucha por la democratización de la comunicación en cada uno de nuestros países como una forma de limitar el poder mediático en la región. Enfrentar el poder de las transnacionales defendiendo la internet libre y las tecnologías libres.

Este camino de unidad es condición para trascender los marcos de la economía dominante y plantear otras formas de organizar las relaciones sociales, productivas y reproductivas que, asentadas en la igualdad, la solidaridad y la justicia social y ambiental construyan la soberanía alimentaria y energética de nuestros pueblos y la vida digna en nuestros territorios.

Los pueblos de este nuestro continente amerindio tenemos que movilizarnos de manera unitaria, combativa y solidaria en todos nuestros países, reivindicando la agenda como expresión de la acción de nuestros pueblos en Defensa de la Democracia y Contra el Neoliberalismo.

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