María Teresa Jardí
Los pueblos por decisión propia o impuesta por los que toman decisiones, no siempre correctas, a nombre de los otros, solemos celebrar o conmemorar eventos cuyo recuerdo ameritaría actos luctuosos.
Sucede así con la Diada que el pueblo catalán celebra el 11 de septiembre cada año y se puede decir lo mismo del 15 de septiembre en el caso del pueblo mexicano.
Catalunya luego de haber sido a lo largo de más de mil años un pueblo que de manera soberana, no fácil ni exenta de guerras, tomaba sus propias decisiones, lleva más de 300 años, desde 1714, anexada, a la fuerza, a la corona española. Corona que como agravio al pueblo mexicano, en el desfile del 16 de septiembre, estará presente acompañada de otras delegaciones policiacas de otras naciones también beneficiadas por la condena a América Latina a permanecer como tercer mundo para que Europa pueda disfrutar vivir con las ventajas que tienen los que viven en lo que se conoce como primer mundo.
En México la independencia aún no llega y lejos de caminar hacia la misma hoy la amenaza en contra de las naciones originarias es enorme y mucho más definitiva por lo que toca a su exterminio. El Plan Puebla Panamá, llamado hoy Transístmico - Tren Maya, a manera de engañar con el cambio de nombre siendo lo mismo. Se devasta el Istmo de Tehuantepec y se ejecuta a quien se opone a la Termoeléctrica en Morelos, también parte de la aplicación del mismo Plan maldito. Zamir Flores también va a pasar hoy lista de presente como el primer ejecutado de MORENA.
México continúa en manos de criollos. En manos de criollos se quedó nuestro país luego de la gesta heroica del cura Miguel Hidalgo, quien, acompañado por otros próceres, se levantó en contra de impresentables virreyes representantes del rey de España. A pesar de haber tenido como antecedente el mal llamado descubrimiento de América, que fue encuentro, continuado por la Conquista, que fue exterminio. Lo que a menudo olvidamos. Hechos históricos que estuvieron lejos de tener la grandeza que habría significado el haberse entendido como encuentro de tierras y de culturas distintas.
Lo que quizá hubiera convertido al mundo en algo diferente de lo que hoy de manera acelerada lo encamina probablemente a la desaparición de la vida en un planeta que de manera tan generosa propició el avance de las especies.
Alcanzada la conciencia hombres y mujeres desarrollaron una cada vez menos moderada evolución. Evolución que todo indica que ha entrado en una fase acelerada de involución. Lo que deja pocas esperanzas de final feliz para los humanos.
Al paso de lista, el 13 de septiembre, los niños héroes habrán contestado presente. Los pueblos necesitamos héroes y celebraciones que nos hermanen a unos con los otros.
Pero la Colonia, embozada y por lo bajo, se sabe igual de viva que antes de la Guerra de Independencia. Guerra que costó tantas vidas hace ya más de dos siglos. Muchos años para las personas. Y la crónica de cambio climático anuncia que es probable que estemos transitando el final, este sí, de la historia de los humanos. Si esto no es el Apocalipsis, quién sabe que horror más inimaginable pueda serlo.
Poco que conmemorar. Nada que celebrar. El cambio se niega a llegar. La justicia continúa siendo inalcanzable para los pueblos originarios que se enfrentan a poderosas empresas depredadoras, nacionales y transnacionales, apoyadas por los gobernantes. La muerte sigue teniendo permiso y las cárceles continúan llenas de pobres. Los feminicidios al alza y también el asesinato de periodistas. La impunidad garantiza la continuidad de más de lo mismo.