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Opinión

Putin de ida y de regreso

Por Jorge Gómez Barata

Vladimir Putin, el segundo líder ruso que más tiempo ha permanecido en el poder después de Stalin y que por tres años (2013- 2016) fue considerado por la revista Forbes como el hombre más poderoso del mundo, acaba de realizar una maniobra mediante la cual, sin la menor discreción, se suma a los esfuerzos electorales de Donald Trump.

Putin es una criatura de la Unión Soviética, condición de la que no reniega porque le permite disfrutar del apoyo electoral de una parte de la población, lo cual refuerza al asumir sin complejos, su condición de ex coronel de la KGB y ex militante del partido comunista. Obviamente, su pasado no puede perjudicarlo y lo aproxima al estamento militar y de seguridad ruso.

El líder ruso que es capaz de trazar estrategias y conducir políticas para reflotar a Rusia de la ruina en que la sumió el colapso de la Unión Soviética, a la vez que se expone al mezclarse en dudosas operaciones que como las asociadas al ex espía ruso Sergei Skripal, y más recientemente al opositor Alexei Navalny, presuntamente envenenados en Londres y Rusia, no son decisivas y restan más de lo que suman.

Putin puede haber reincidido en la tendencia a mezclarse en la política pequeña cuando el pasado día 28, en una entrevista con el canal Rossinya TV, afirmó que existen similitudes entre la proyección política de Joe Biden y los comunistas soviéticos. Según el presidente ruso: “El Partido Demócrata está cerca de los llamados valores liberales y de las ideas socialdemócratas”.

Como para confirmar sus juicios y fijar un punto de comprobación, Putin, subrayó que: “… Fue a partir del ambiente socialdemócrata que evolucionó el partido comunista soviético”. Solo le faltó añadir que antes de 1903 el Partido Bolchevique, encabezado por Lenin, se denominaba Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR).

Tales ideas, coincidentes con las afirmaciones de Trump acerca que el liderazgo del Partido Demócrata, especialmente Joe Biden forma parte de una “izquierda radical”, cosa que jamás ha existido en los Estados Unidos, evidencian un intento de dar municiones a Trump contra Biden.

Para un estratega que calcula cuidadosamente sus acciones, la evocación de su pasado como militante del partido comunista y oficial de la KGB, que presuntamente lo acercarían a Biden, es una extraña parábola que no puede ocultar la intención de arrojar sospechas sobre la integridad política del candidato del Partido Demócrata.

Los cuatro años de la administración de Donald Trump han estado matizados por sospechas de la intromisión de Rusia en la elección del presidente estadounidenses que por su parte, aunque parece inflexible respecto a Rusia, muestra una extraña indulgencia cuando se trata de Putin que obviamente, se siente cómodo con Trump en la Casa Blanca. Ante el enigma de tan extraña colusión, no queda sino asumir que sus razones tendrán.

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