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Opinión

Trump puede renunciar el 14 de diciembre

Por Jorge Gómez Barata

El pasado jueves, en conferencia de prensa, Donald Trump dijo que dejará la Casa Blanca si el Colegio Electoral certifica la victoria de Biden, lo cual ocurrirá el próximo 14 de diciembre. “Ciertamente lo haré. Y eso lo saben ustedes”. Aunque conservó cierta ambigüedad, presumo que renunciará ese día.

El próximo expresidente apuesta por el Colegio Electoral porque si consiguiera que los compromisarios de los estados en que Biden ganó se revelarán y votaran por él, sería presidente. Parece imposible, pero él, en su delirio, cree que puede cambiar la historia.

La renuncia, sugerida por Trump el pasado jueves, sería una especie de huida hacia adelante. Una vez en posesión del cargo, Mike Pence pudiera exonerarlo, tal como hizo Gerald Ford en 1974 cuando perdonó a Nixon. A propósito, el sustituto, invocará la Constitución según la cual: “El presidente… tendrá facultad para suspender la ejecución de sentencias y para conceder indultos por delitos contra los Estados Unidos…”.

Esta fórmula liberaría a Trump del calvario en que él mismo ha convertido los procedimiento para la transición, le permitiría relanzarse como figura mediática, representar a la vez el papel de víctima y héroe ante sus 70 millones de partidarios (que no son pocos) y comenzar a tejer la trama para buscar venganza en 2024.

¿Cómo renunciar?

Cuentan que un día de 1974 el presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos fue consultado: “¿El presidente Nixon planea renunciar y pregunta qué debe hacer?” ¿No sé -respondió el letrado- supongo que con decir que no quiere seguir es suficiente?"

El día 8 de agosto a las 9 de la noche Richard Nixon se dirigió a la nación comunicando su intención de renunciar al cargo: "Dejar mi cargo antes de cumplir su término es abominable para cada fibra de instinto en mi cuerpo. Lamento profundamente cualquier daño que pueda haber hecho en el desarrollo de los hechos que condujeron a esta decisión. Si algunos de mis juicios fueron errados -y algunos lo fueron- los hice porque en el momento lo creí en el mejor interés del país. Por eso mismo, para evitar una crisis que sentaría un precedente peligrosamente desestabilizador, prefiero dimitir…”

En la mañana del 9 de agosto convocó a Henry Kissinger, secretario de estado, entregando una misiva de 16 palabras: “Estimado señor secretario. Por este medio abandonó el cargo de presidente de los Estados Unidos. Sinceramente, Richard Nixon”. Kissinger se limitó a anotar: 11:35. HK. Seguidamente, se despidió de sus colaboradores y empleados de la Casa Blanca, salió por la puerta principal donde fue despedido por todo el personal y por una escolta militar formada para ceremonia. En el jardín abordó un helicóptero. No era el “Marine ONE” nave oficial, a la cual ya no tenía derecho.

Tal vez con ciertas analogías la historia se repita. Uno hizo trampas para ser elegido, el otro acude a ellas porque no lo ha sido. La historia fue benévola con Nixon. ¿Lo será con Trump?

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