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Opinión

A traición (o 'Parásitos”, la INEversión)

Jorge Lara Rivera

Por estos días los canales televisivos y gacetilleros a sueldo de la oligarquía en sus medios y afines, con mayor o menor sutileza intentan –en consonancia con las pautas de su propaganda autoglorificatoria durante los tiempos oficiales de los cuales abusa en todos los medios como si estuviéramos en días de campaña electoral– pintarnos un escenario idílico del INE, queriéndolo hacer parecer heroico, impoluto, libre de corrupción y “víctima” de la intolerancia; suma y esencia de la Democracia mexicana. El motivo: un “madruguete” perpetrado el 6 del mes en curso para la reelección del Secretario Ejecutivo en la persona de Edmundo Jacobo Molina (cuyo encargo concluía el 11 de abril y quien así, ahora llegará a 18 años en el puesto) orquestado por su cómplice Lorenzo Córdova Vianello para afianzarse a su silla y asegurar el control ante el inminente relevo (4 de abril) de 4 consejeros por otros no amafiados.

La supuesta “idoneidad” del reelecto es desmentida por la desesperada urgencia para entronizarlo con el cuento de “la carga de trabajo” ante “el próximo año electoral” dado que quienes sacan adelante ésa son las direcciones, y por la persistencia en el Instituto de reiteradas anomalías administrativas denunciadas año tras año por la Auditoría Superior de la Federación. La última de sus liviandades: la ocurrencia que disfrazan de “necesidad” de una credencial nueva argumentando que será más segura, nuevo monumento de la imprevisión al despilfarro para beneficiar sabrá Dios a quién.

Y es que mirar con más detenimiento revelará cómo la sola “ciudadanización” (que derivó en una burocracia paralela onerosísima) y el simplista cambio de nombre de esa institución no bastaron para desinfectarla de añejos vicios de la política ni sacarse de encima vivezas de los aprovechados listillos. Su estrepitoso fracaso, pretendidamente explicado con el “peor-es-nada”, fue evidente en el IFE con José Woldenberg Karakowsky, dilapidador que hizo la vista gorda al delito de financiamiento extranjero en la campaña de Fox; la más desaseada elección presidencial de la historia mexicana operada por el tramposo ahijado de Elba E. Gordillo M. –Luis Carlos Ugalde– presidiéndola para favorecer a Felipe Calderón, y luego el sibarita Leonardo Valdés Zurita (que dejó impunes las reiteradas violaciones a la Constitución perpetradas por Calderón al cual ese instituto calificó como delincuente electoral) tuvo que dejar el cargo e irse bajo acusaciones de gastos excesivos e inexplicables y tráfico de influencias; pero también en su nueva presentación como INE, encabezado por la avaricia y el racismo de Lorenzo Córdova quien ya había sido vividor del erario, partícipe del derroche de Zurita como Secretario Técnico, mostró voracidad por los derroches públicos desde sus presupuestos inflados, su faraónico megaproyecto INElandia (Palacio de la Democracia), hasta la reciente “necesidad” de nuevas credenciales electorales “más seguras”, y reiteradas irregularidades (la Auditoría Superior ha detectado año tras año el daño patrimonial causado al erario sin que hubiera consecuencias para el INE) en la administración del dinero público asignado.

El resultado: la nuestra es la democracia más cara del mundo y su árbitro un feudo “tecnócrata” con cotos de poder politiquero partidizados y sobrerrepresentación de éstos. Los privilegios de su personal –cuya nómina y emolumentos, contrario a la tónica general de gobierno y empresas del país, crece y crece– son de escándalo (privilegiados sueldos, bonos salariales “extraordinarios” por “asistencia electoral”, o sea por hacer aquello que es la razón de ser del Instituto) sueldos mensuales de entre 218 mil 469 y 259 mil 547 para los “consejeros ciudadanos” –quienes, insolidarios, no aceptaron que se les bajase ni un peso para ajustarlos llegando hasta el Amparo–, más prestaciones envidiables en este país, incluidos 72 millones de pesos ¡en lavandería!, con 1 millón de pesos por este concepto destinado sólo a los consejeros electorales, que se suma a los autos asignados, gasolina, choferes, telefonía celular, equipos de cómputo de última generación, boletos de avión para su turismo electoral, y aguinaldos de 650 mil pesos (3 veces lo que recibía 1 diputado) que se otorgan; excesos a los que se entregan gracias a esa “autonomía” conferida por el pueblo a quien no toleran se las cuestionen, al cual le trampean las cuentas, con el cual no son solidarios, al que discriminan y menosprecian.

Córdova ha pretendido dar por concluido el tema al abrigo de un programa de noticias que conduce Carlitos Loret pero ya hay en preparación marchas de protesta por el “albazo” organizadas en las redes virtuales. Sin embargo hace falta mucho más para quitarse de encima a estos “huachicoleros” del presupuesto.

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