Guillermo Fabela Quiñones
El círculo para estrechar la capacidad de maniobra del presidente López Obrador se está reduciendo. Un apretón firme en ese sentido lo acaba de ofrecer el Instituto Nacional Electoral (INE), con la reelección anticipada del secretario ejecutivo del organismo, Edmundo Jacobo, por seis años más en dicho cargo, desde donde puede seguir actuando en favor de intereses de los sectores más conservadores y reaccionarios de la clase política.
En abril está indicada la fecha para designar a cuatro nuevos consejeros para sustituir a los que cumplen su función, que conforme a la correlación de fuerzas en este momento deberían ser propuestos por el grupo dominante en el Congreso, es decir Morena. El secretario ejecutivo del INE cuenta con instrumentos institucionales para evitar que, en el caso de que así suceda, los cuatro nuevos consejeros actúen fuera de las directrices del órgano electoral; de ahí la urgencia de su reelección.
Esta maniobra puede ser impugnada en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF); cabe pronosticar que no pasará el recurso de apelación en tal sentido. Sería bueno que nos equivocáramos, pero ante los hechos consumados en el historial de ambos organismos, no se puede ser optimista. La derecha está decidida a recuperar el poder y para ello cuenta con ilimitada capacidad de maniobra. Por eso está cerrando filas y haciendo a un lado sus discrepancias internas.
El propio gobierno federal está facilitando la labor de zapa de sus enemigos, que lo son porque no se aceptan ellos mismos como simples adversarios políticos, con su inacción defensiva. Está dejando el camino libre a los conservadores, cuyos estrategas y voceros no pierden tiempo; aprovechan todo resquicio que ven a su alcance para actuar desembozadamente, como se advierte en la complicidad del INE para amarrar navajas con el Ejecutivo federal.
No existe una respuesta del régimen de la Cuarta Transformación acorde con las embestidas de los ultras de derecha e izquierda. No se da oportuna y plena información sobre la realidad que estamos viviendo, se deja que tomen fuerza los rumores, la desinformación y la propaganda tendenciosa. No se utiliza la infraestructura estatal en la materia, que es mucha, para contrarrestar y nulificar las embestidas de la reacción, tal como sucedió en el período en que el presidente Francisco I. Madero dejó el camino libre a sus enemigos, sin escuchar las advertencias que se le hacían.
No se ha hecho comprender, en más de un año del nuevo régimen, que todos los males sociales que estamos padeciendo los mexicanos son producto de la inercia destructiva de los gobiernos neoliberales, los cuales dejaron el país en ruinas, sumido en un estercolero de corrupción y miseria. En vez de cerrar filas los medios del Estado para neutralizar los ataques de los conservadores, con una estrategia orientada a educar políticamente al pueblo y hacerle comprender lo que debiera ser muy claro, cada uno trabaja por su cuenta y sus propios intereses.
Seguir por esa vía, hará impensable evitar que las clases mayoritarias sigan siendo manipuladas por los medios electrónicos y la prensa reaccionaria. La coyuntura es muy crítica, como se advierte por el atorón en la economía, que sólo podría ser superado con grandes obras públicas, fuertes inversiones, cobro de impuestos a los grandes evasores, sin afectar la economía popular. Lo que no se haga este año para reforzar el Estado de derecho, no se podrá realizar después, así de grave es la situación.
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