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Opinión

Ecuador y la Estrategia de la 'Suma Cero”

II

Un problema severo de Ecuador lo constituye la cantidad de población que ha tenido que migrar a otros países, principalmente a España, donde la comunidad ecuatoriana se constituye como la más grande masa migratoria desde Latinoamérica. (Se calcula que en España hay cerca de 425 mil emigrantes originarios de Ecuador).

Como quiera, no debemos olvidar que en octubre de 2019 Ecuador vivió una severa crisis política derivada de una serie de medidas económicas tomadas por el presidente Lenín Moreno, mismas que generaron un descontento generalizado en diversos sectores de la población. En ese contexto, la polarización partidista del país ha dejado al gobierno en una situación de debilidad que ha sido aprovechada por la oposición durante esta crisis sanitaria: la apuesta ha sido sacar provecho de esa situación endeble para obtener algún tipo de ganancia política.

La situación se complica cuando observamos que Ecuador es un país estratificado fundamentalmente en dos capas sociales entre las que hay una muy delgada clase media, cada vez más lejana de las oligarquías y más parecida a los sectores más desfavorecidos.

El primer caso de COVID-19 se reportó en ese país el pasado 29 de febrero (en México el primer registro se hizo el día 28) a través de una mujer que había llegado de España algunos días antes. Simultáneamente, otros ecuatorianos llegaron de España portando el virus y no hicieron caso a las autoridades cuando se les solicitó aislarse al menos algunos días y someterse a una observación mínima; lejos de ello, estos personajes comenzaron a socializar, lo que, en un país tan pequeño y con una gran densidad urbana centrada en dos poblaciones (Quito y Guayaquil), desencadenó una epidemia cuyos números en sí no son tan dramáticos, salvo porque la enfermedad rebasó la capacidad sanitaria de Ecuador y golpeó además a una enorme cantidad de personas vulnerables (sobre todo de la tercera edad), lo que trajo consigo una crisis adicional que se materializó en el espectáculo truculento de decenas de cadáveres en calles y parques, sobre todo de Guayaquil.

La situación es clara: los más pudientes se pensaron inmunes y siguieron el mal ejemplo de lo que sucedió en España cuando comenzó la emergencia sanitaria y la población no hizo caso de la instrucción de aislamiento; el Estado, debilitado por el neoliberalismo, no tuvo capacidad de respuesta; la ética social quedó nulificada de nueva cuenta por el egoísmo burgués y los partidos políticos optaron más por la defensa de sus respectivas parcelas que por los intereses de la “polis” (fueron más “partidos” que “políticos”).

Nadie sumó. Los individuos, los partidos y hasta las instituciones tuvieron un aporte de “cero” en esta crisis sanitaria, y el resultado son los cientos de cadáveres puestos en las calles y en los parques, en cajas de cartón o en bolsas de plástico…

Miro la fotografía de un cadáver envuelto en una lona y apenas cubierto del Sol por una sombrilla de playa, la escena se ubica en una calle de Quito; el cadáver está sobre un viejo sofá de madera, a media calle y con un letrero que dice: “hemos llamado al 911 y no hay ayuda”. Miro, a la vuelta de mi casa, a la gente haciendo una fila larguísima para comprar cochinita (ellos decidieron no sumar); en internet circula el video de una mujer agrediendo a un policía simplemente porque éste le pedía que regresara a su casa a resguardarse (la tipa, en un auto lujoso, tenía el capricho de ir a la playa, asumiendo con ello su decisión de no sumar); miro el mensaje que alguien sube en las redes sociales, manifestando también su decisión de no sumar: “Nadien (sic) muere antes de tiempo (…) no le temo al virus (…) solo se que nos distraen para ponernos mas impuestos… (sic)”. Pienso en el cóctel siniestro que deviene de la costumbre, la ignorancia y el individualismo…

Siento terror…

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