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Opinión

Balance de la cuarta parte del sexenio

Por Manuel J. Clouthier

Continuando con el análisis del gobierno de López Obrador y cerrar el tema económico debemos revisar cómo va Pemex.

Primero es necesario resaltar que Pemex fue entregado por el gobierno de Peña Nieto totalmente quebrado. El balance financiero al 31 de diciembre del 2018 nos dice que tiene un total de activos de 107,543 millones de dólares y un pasivo total de 179,558 mdd, y un patrimonio de (72,014) mdd negativo. Pemex en los años del 2017 y 2018 había presentado pérdidas netas y un capital de trabajo negativo también.

¿Qué hizo el presidente López con la principal empresa productiva del Estado cuando la recibió quebrada? Se tomaron medidas para eficientar la operación como reducción de gastos, combate a la corrupción y el robo de combustibles, rehabilitar las 6 refinerías existentes, y detener la caída de la producción de crudo.

Todas estas han sido buenas medidas operativas, pero se afectó el flujo de efectivo con la decisión de invertir en una nueva refinería en Dos Bocas. También se quedó corto con las decisiones para mejorar la estructura financiera: anunció una inyección de 25 mil millones de pesos de capital fresco y una reducción gradual de la carga fiscal de 15 mil millones anuales por 6 años. La suma de todo esto significa una inyección de capital de 5 mil mdd en 6 años cuando la petrolera tenía un capital negativo de 72 mil mdd.

Además, en el año del 2019 Pemex reportó una pérdida integral total de 659 mil millones de pesos. Por lo que en su balance al 31 de diciembre 2019 presenta un total de activos de 99,919 mdd, un pasivo total de 20,3940 mdd, y un patrimonio neto de (104,021) mdd negativo.

Es decir, Pemex se recibió con un capital negativo de -72 mil mdd y un año después su capital era -104 mil millones de dólares, un deterioro de 32 mil mdd menos en un año de operación.

Las calificadoras han dicho que la grave situación de Pemex indica que existen dudas razonables sobre la capacidad de continuar como negocio en marcha y que esto puede impactar las finanzas públicas, así como la deuda soberana.

En otro orden de ideas, el SAT en el 2019 señala que los ingresos tributarios fueron 3.2 billones de pesos. Aun así la recaudación ha sido menor a lo programado debido a la contracción económica, y la meta recaudatoria para el 2020 es de 3.5 billones de pesos.

La titular del SAT, Raquel Buenrostro, ha señalado que el ABC del SAT consiste en aumentar la eficiencia recaudatoria, bajar la evasión y la elusión fiscal y combatir la corrupción. Por más que diga el presidente que no quiere hacer una reforma fiscal, tarde o temprano tendrá que hacerla.

La recaudación total como porcentaje del PIB en el 2017 fue de 16.2%, mientras en el 2018 fue de 16.1%, y se estima que en el 2019 se cayó a menos del 15% del PIB. Mientras los países miembros de la OCDE recaudan en promedio el 34% de su PIB. Es por este motivo que la OCDE ha recomendado que México debe eliminar los tratos preferenciales en IVA, ISR, en gravámenes al comercio exterior, y contribuciones al IMSS, ya que éstos representan casi 4% del PIB. Y además sugiere que la reforma fiscal debe apoyarse más en impuestos indirectos. Por otro lado, el partido Morena ha insistido en que la recaudación debe cimentarse en impuestos directos como el ISR a través de un sistema progresivo de tasas.

Cobrar impuestos es muy impopular, por eso el presidente AMLO ha señalado que no habrá nuevos impuestos; sin embargo, la realidad está presionando a la hacienda pública, por lo que pronto será tiempo de iniciar un debate sobre el tema. De seguro esto se dará después de las elecciones intermedias del 2021, y es importante que se dé un diálogo entre las distintas fuerzas políticas con los sectores público, social y privado, y que sea un diálogo con responsabilidad y sin populismos, ni de derecha, ni de izquierda.

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