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Opinión

Va en serio

José Rubinstein

Con bombo y platillos el régimen de la 4ª. Transformación conmemora dos años de su entronamiento en la vida política nacional, removiendo vestigios de un período neoliberal de presuntos raquíticos resultados, corrupción e imperceptible crecimiento económico. El presente régimen no tiene cabida para medias tintas, o se está con la Transformación o se está en contra, o se es neoliberal y conservador o se es liberal, se es de arriba o de abajo, chairos o fifís, o se es aliado o se es adversario.

López Obrador, en palaciega comparecencia, dio cuenta de las acciones emprendidas por su gobierno en el afán de transformar a México por la vía pacífica, anticipando que el próximo 1º de diciembre quedarán consolidadas las bases de la 4T, de cero corrupción e impunidad. Asimismo AMLO recalcó que en más de un siglo no se había insultado tanto al Presidente y de que la respuesta ha sido la tolerancia y no censura. Al respecto, en términos coloquiales, podríamos responder que el que se lleva, se aguanta. El Presidente suele referirse peyorativamente hacia sus adversarios conservadores, hacia organismos independientes del propio gobierno, a los por él llamados intelectuales orgánicos, a la prensa amarillista, a periodistas chayoteros, en fin, hacia quienes discrepan de su decir y hacer. El nivel presidencial debe estar por encima de dimes y diretes a título personal. Sin embargo, sin ser privativo en nuestro país, la ironía y la mofa hacia personajes públicos, principalmente a la figura presidencial, suele ser deporte nacional. Recordemos los chistes sobre Echeverría, el apodo perruno de López Portillo, las máscaras en las esquinas con el rostro de Salinas, la burla hacia la pareja presidencial Fox-Martita, las bromas etílicas referentes a Calderón o los chascarrillos relativos a la incultura de Peña.

Coincide la celebración del 1º de julio con la entrada en vigor del T-MEC entre Canadá, México y Estados Unidos, sirviendo el motivo junto con el deseo de agradecerle personalmente a Donald Trump su intervención para la adquisición de ventiladores hacia México en la presente emergencia pandémica, para que López Obrador aceptara efectuar el primer viaje al exterior de su mandato, precisamente a Washington. La cátedra en general ha rechazado la oportunidad y conveniencia de dicha visita. Recordemos cómo le fue a Peña al recibir al avasallador candidato Trump, ignorando a la candidata demócrata Hillary Clinton. Trump, el que se refiere a los mexicanos como drogadictos, criminales y violadores, el constructor del hermoso muro fronterizo: “No quiero nada con México, más que construir un muro impenetrable y que dejen de estafar a EU”. Agreguemos que Trump pretende utilizar dicha visita para beneficiarse electoralmente jalando el voto latino a su favor, en una contienda que probablemente gane el demócrata Joe Biden, con el que AMLO habría de lidiar en adelante.

El inminente viaje de López Obrador y su comitiva de tres acompañantes a Washington –adonde por cierto no hay vuelo directo– será en avión comercial. En este caso la exagerada austeridad da pie a especular sobre el probable arribo a la terminal comercial del Aeropuerto Nacional Reagan, donde un enviado oficial entre el gentío sostendrá una cartulina en alto con el nombre de Mister Andrés Manuel López Obrador, a efecto de identificar a los visitantes para conducirlos en una amplia limusina hacia la avenida Pensilvania.

El tiempo avanza inexorablemente, los índices económicos hablan por sí mismos; la pandemia lejos de amainar, se extiende. Insistentemente hemos escuchado que no es momento para polarizar ni estar divididos. Ahora sí va en serio.

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