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Opinión

Entrampamiento a Cuba

La nota colombiana

En el día de ayer los máximos responsables por parte del gobierno colombiano en las negociaciones de paz gracias a las cuales se logró la desmovilización de la guerrilla de las Farc, emitieron un comunicado en el que destacan el apoyo decisivo de Cuba para su culminación exitosa y rechazan el calificativo de país soporte del terrorismo con el cual Trump lo coloca en la lista negra de países parias.

Los firmantes son Humberto de la Calle, quien ha ocupado los cargos de vicepresidente de la República, ministro de gobierno y representante de este en la Asamblea Constituyente que diseñó la actual Carta Política, senador de la República, candidato presidencial y jefe negociador del gobierno en La Habana.

El otro firmante es Sergio Jaramillo, académico e investigador social, de cultura exquisita, profesor en varias de las universidades más prestigiosas del mundo, quien, contradiciendo lo que indicaría su origen de lo que se considera la oligarquía nacional, se ha dedicado a apoyar la búsqueda de la paz en Colombia.

Por su parte  Eriksen Søreide, de la cancillería noruega, señaló: “Cuba ha sido socio de Noruega en el proceso de paz colombiano. No es razonable que la administración estadounidense saliente responsabilice al gobierno cubano de que la delegación no haya podido salir de Cuba. Si un país corre el riesgo de ser incluido en una lista de terrorismo como resultado de facilitar los esfuerzos de paz, podría sentar un precedente negativo para los esfuerzos de paz internacionales”.

Todo comenzó porque Cuba aceptó recibir en su suelo una delegación del Ejército de liberación Nacional –ELN- a solicitud del gobierno colombiano para adelantar conversaciones de paz. El acuerdo entre los dos Estados incluye el compromiso, en caso de ruptura de las negociaciones, de devolver a los delegatarios de la guerrilla a territorio colombiano mediante el cumplimiento de unos protocolos de seguridad.

En enero de 2019 el ELN realizó una atroz y torpe acción en la Escuela de Policía en la que murieron 23 cadetes; el gobierno rompió esas conversaciones y le exigió a Cuba entregar a los guerrilleros negociadores sin cumplir con el protocolo establecido. Los cubanos, que condenaron el atentado, no tuvieron más remedio que negarse en acatamiento del derecho internacional y por eso el partido de Gobierno  y su líder el ex presidente Álvaro Uribe la acusan de proteger a terroristas.

El 11 del presente mes Mike Pompeo quiso aprovechar los últimos estertores del gobierno de Trump y echar por tierra los esfuerzos de Obama en el tema, para incluir a Cuba entre los países patrocinadores del terrorismo: “el régimen castrista debe acabar con su apoyo al terrorismo internacional y con la subversión de la justicia estadounidense". En América latina, que por tantos años hemos padecido los atropellos de Estados Unidos, hubiéramos creído que era un chiste, recordando los innumerables y muy documentados ataques terroristas de ese país contra la isla.

Se puede estar en desacuerdo con el régimen cubano pero pedir ayuda para luego morder la mano que la brinda es una canallada. No de otra manera puede calificarse lo dicho por el Alto Comisionado de Paz de Colombia: “es un espaldarazo”. Tiene toda la razón: es un espaldarazo a sus intentos de dinamitar el proceso de paz.

El gobierno de Cuba ha respondido al colombiano con sorpresa ante esa afirmación y asegura que “el gobierno de Colombia ha facilitado los argumentos para los propósitos agresivos de los Estados Unidos contra Cuba”; considera, al igual que Noruega, que “esa postura no solo es violatoria del Derecho Internacional, sino que significa un negativo precedente para la solución negociada de conflictos armados. Cuba está obligada a cumplir lo acordado con las Partes” y le solicita que “aclare cuál fue el papel y la postura de sus funcionarios en los intercambios previos realizados con los Estados Unidos al respecto”.

Colombia, cínicamente, responde que mantiene su amistad con Cuba y que los guerrilleros en ese país violaron el acuerdo de no realizar actos terroristas durante las conversaciones como si el gobierno cubano tuviera competencia y jurisdicción para controlar el proceder de la guerrilla fuera de sus fronteras. El compromiso adquirido por la Isla era garantizar que no las realizaran en su suelo.

Ahora la revista Semana, ya consolidada como un órgano de la derecha, a la cual renunciaron todos sus periodistas reconocidos nacional e internacionalmente, trae un dossier que pretende demostrar que los diplomáticos cubanos en Colombia son espías y subversivos, pero el mismo artículo señala que “fuentes del Ministerio de Defensa se preguntan por qué razón, si la Cancillería tiene evidencias de un supuesto plan cubano de interferencia en Colombia, no se han tomado decisiones contundentes desde el punto de vista diplomático”. La respuesta a ese interrogante es fácil: están obedeciendo la voz del amo.

Jaramillo y De la Calle recuerdan que Álvaro Uribe –verdadero jefe del presidente Duque- durante su presidencia solicitó a Cuba que recibiera una delegación del ELN para iniciar conversaciones de paz. En esos años  -2005 a 2007- el ELN secuestró 236 civiles y no liberó ninguno. Y sin embargo a Uribe “nunca se le pasó por la cabeza exigir la extradición … de la delegación de paz del ELN”.

Señalan estos negociadores cómo los talibanes de Afganistán cometen actos de terrorismo mientras negocian en Doha sin que a Estados Unidos se le ocurra pedirlos en extradición. Su conclusión es clara: falta de coherencia que privilegia intereses ideológicos y partidistas sobre el sentido común.

Qué mal paquete ha comprado Colombia en medio de su guerra interna.

Por Zheger Hay Harb

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