La confianza es uno de los elementos más importantes y estimulantes en el desarrollo de las sociedades y en el crecimiento de las personas.
Quizás no le damos la importancia debida, todas las relaciones que establecemos se basan en la confianza y en la falta de confianza con las personas que nos rodean. Sin confianza no existirían las relaciones de pareja, las empresas, la economía. La confianza es la base de la relación padre-hijo, médico-paciente, profesor-alumno, jefe-empleado, etc.
También es importante recordar que es una de las causas que más debilita la salud de las personas y más propicia la inestabilidad emocional y psicológica, sobre todo cuando las personas que son para nosotros un punto de apoyo en la vida nos fallan. La confianza es necesaria especialmente en los matrimonios, en las familias y en las amistades sinceras. Muchos conflictos que se dan hoy en día entre padres e hijos, son porque los padres no han sido merecedores de la confianza de sus hijos y han perdido su credibilidad ante ellos.
La confianza social, es la percepción que tenemos de que la mayoría de las personas tienen buenas intenciones, son honestas y respetuosas. Nuestras experiencias de vida nos llevan a aumentar o a disminuir esa confianza en nuestros semejantes.
¿Qué es la confianza?
La confianza es la seguridad o esperanza firme que alguien tiene de sí mismo o de otra persona o situación. Es el fundamento de toda relación humana. Nadie puede caminar junto al otro sin tener la certeza de que puede confiar en él. Sin confianza es imposible avanzar y crecer.
Cuando hablamos de confianza, hablamos de transparencia.
Para confiar en otra persona hace falta primero tener un conocimiento. Cuanto más se conoce, más confianza hay en una relación. Donde hay confianza se da una comunicación buena y enriquecedora.En las relaciones es muy importante cuidar mucho la confianza. Ésta siempre se tiene que basar en la libertad. La verdadera confianza existe cuando hay madurez en las relaciones humanas. Implica estabilidad, respeto, amor. Todos necesitamos que alguien confíe en nosotros. Quien confía en otra persona la hace crecer y contribuye a su felicidad.
Para una persona creyente, poner la confianza en su fe es fuente de gran seguridad y serenidad personal. La confianza es la base también de la relación con Dios.
Sin embargo, la realidad que encontramos cada día es que las personas traicionan nuestra confianza y nosotros traicionamos la de los demás. Lo que creíamos seguro, nuestra ciudad, nuestros amigos, cambian con el tiempo. Incluso por desgracia, podemos haber sido traicionados por nuestra pareja o familiares más queridos. Ganarse la confianza de alguien es una tarea difícil, Perderla es muy fácil.
La confianza empieza por uno mismo.
La confianza en uno mismo es señal de sana autoestima. Tener confianza no es ser arrogante o pretencioso, sino todo lo contrario, es tener la calma de saber que se cuenta con la habilidad, conocimientos y/o autoestima suficiente para enfrentarse a los retos que se le presentan en la vida.
Alguna de las características de las personas con confianza en sí mismos son:
Piden abiertamente ayuda. Mucha gente piensa que pedir ayuda es signo de debilidad. Sin embargo, una persona con verdadera confianza acepta sus fortalezas, también reconoce sus debilidades, y hace algo por remediarlas.
Aceptan sus errores. A una persona con confianza no le importa el qué dirán de los demás, Lo que más le importa es aceptar y corregir sus errores para crecer. Cuando se muestra seguro y confiado ante un error las demás personas perciben seguridad y confianza.
Son los primeros en proponer nuevas ideas. No solo se limitan en proponer nuevas ideas si no que las ejecutan lo más pronto posible sirviendo como ejemplo para esas personas que solo se quedan con la idea de que algún día lo realizaran.
Si tú tienes falta de confianza en ti o en algún aspecto de tu vida como lo es en tu relación de pareja, trabajo, amigos etc. Acude a terapia psicológica para salir adelante y encontrar las fortalezas que no has visto.
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