La Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó el 13 de enero un “impeachment” contra Donald Trump, acusándolo de "incitación a la insurrección". Por añadidura, otros congresistas han elevado al Senado una acusación en su contra por traición, un delito que probablemente el expresidente no haya cometido.
Para evitar ambigüedades, en los códigos penales y otros instrumentos jurídicos, los delitos son descritos minuciosamente. Así ocurre en los Estados Unidos con la traición. Según el artículo III, Sección 3 de la Constitución norteamericana: “El delito de traición contra los Estados Unidos consistirá en tomar las armas contra ellos o en unirse a sus enemigos, dándoles ayuda y facilidades. Nadie será convicto de traición sino por el testimonio de dos testigos del hecho incriminatorio o por confesión en corte abierta”.
¿Tomó Donald Trump las armas contra los Estados Unidos? ¿Se unió el expresidente a enemigos del país? ¿Confesó en “corte abierta” haber traicionado a los Estados Unidos del modo como lo describe la Constitución?
Otra pregunta es si: ¿Es competente el Senado para juzgar a un ciudadano por traición? La Constitución en su Artículo I, Sección 3, habilita a ese cuerpo para realizar juicios de “residencia”, en cuyo caso la “…La sentencia…no podrá exceder de la destitución del cargo e inhabilitación… El funcionario convicto quedará, sujeto a ser acusado, juzgado, sentenciado y castigado con arreglo a derecho”.
El primer juicio por traición en Estados Unidos fue contra Aaron Burr Jr., notorio personaje héroe en la lucha por la independencia, senador, vicepresidente de Thomas Jefferson que ultimó en un duelo a Alexander Hamilton y conspiró para separar territorios de la Unión y crear una nueva nación por lo cual el presidente Jefferson ordenó su arresto declarándolo traidor antes de juzgarlo. Detenido en 1807 fue enjuiciado por traición en Virginia donde se le declaró inocente.
Otro caso notable fue el de Jefferson Davis, líder separatista senador federal y único presidente de los Estados Unidos Confederados. Con la derrota del sur fue detenido y acusado de traición, estuvo dos años en prisión al cabo de los cuales el gobierno federal retiró los cargos y fue liberado sin juicio.
Debido a la correlación de fuerzas en el Senado, es poco probable el impeachment contra Donald Trump, único presidente juzgado dos veces, y casi imposible que sea enjuiciado por traición, lo cual no significa que en cualquiera de los dos eventos judiciales sea duramente impugnado, incluso inhabilitado de por vida y probablemente algún estado lo lleve a juicio por otros delitos comunes, entre ellos evasión de impuesto y fraude fiscal.
En cualquier caso, lo cierto es que un delincuente anda suelto. Allá nos vemos.
Por Jorge Gómez Barata