El gobierno electrónico es una herramienta de política pública inevitable que transforma la acción del gobierno y la práctica profesional de manera transversal e integral. El desafío ético y político en la presente coyuntura sobre las interpretaciones de una herramienta tecnológica suelen girar alrededor de la ideología del gobierno en turno.
Sin embargo, ante la emergencia sanitaria y el fracasado modelo en el manejo de la pandemia —que arrastra la cifra “catastrófica” del deceso de más de 160 mil mexicanos— la cuatroté resbala y tropieza nuevamente con uno de los temas más sensibles para la población: la logística y el registro en una página web para la vacunación masiva.
Desde su creación los gobiernos han estado directamente relacionados con la recolección, guarda y procesamiento de grandes cantidades de datos por lo que un buen manejo de la información es fundamental social y gubernamentalmente hablando. Se pueden usar tecnologías para ejecutar procesos más eficientes y la digitalización no es sólo instalar una serie de computadoras o diseñar una página web que ofrezca información, sino que supone transformar la relación sustancial que existe entre los ciudadanos y su gobierno. Todo ello implica reconocer la importancia y el nuevo paradigma que se disparó con la pandemia del SARS-COV-2. La crisis social, sanitaria y económica obligó a las naciones a un proceso rápido de reinvención de la mano del uso de la tecnología en absolutamente todos los frentes.
México está muy rezagado y los resultados de todos esos atrasos saldrán a flote. El disparador de las aterradoras cifras recaerá en el pésimo manejo de una pandemia que desbordó al gobierno de López Obrador.
Ríos de tinta se han vertido sobre la fallida estrategia gubernamental y el dolo de maquillar el desolador escenario.
Lo que alcanza la cima de la incompetencia, ineficacia e ineptitud es el escándalo en el registro para la vacunación de los adultos mayores en una página de la secretaría de Salud que colapsó en minutos por la demanda. La engreída justificación de minimizar otro fracaso más exhibe la nula empatía y la lejanía de esos funcionarios con el dolor y la ansiedad de millones de mexicanos.
La promesa presidencial de comenzar a vacunar a los adultos mayores —con las primeras 400 mil dosis de Pfizer BioNtech— el 12 de enero fue sólo una simulación. Esas vacunas no eran para los adultos mayores así que era innecesario mentir. Hoy no hay hoja de ruta, logística, página, y al parecer ni vacunas. El sitio web se cayó por la sencilla razón de que no se invirtieron los recursos necesarios para implementar una logística masiva de registros.
Ello vuelve a exhibir un gobierno que destina dinero para lo importante en la agenda presidencial: Los proyectos de infraestructura y beneficios para su aparato electoral. En año de crisis económica y pandemia lo urgente puede esperar. Que se jodan todos.
El Ejecutivo estará de regreso muy pronto recuperado del virus COVID-19 y seguramente con una carga importante de anticuerpos. No cambiará su narrativa de una pandemia domada, no exhortará al uso de cubrebocas y seguirá con su relato de polarización política a meses de un proceso electoral. El único cambio se verá reflejado en el trastorno de su estado de ánimo después de su contagio, ante los frentes abiertos con la cúpula empresarial, con el cumplimiento del T-MEC y con la soterrada lucha al interior de su gabinete.
Ni más, pero ni menos.
Por Marcela Gómez Zalce