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Opinión

Es hora de hablar de las toallas femeninas. ¿Por qué el impuesto? ¿Quién detiene el uso de la copa?

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La menstruación es un acto natural del cuerpo de las mujeres. Las acompaña, en promedio, 40 años de su vida, pero, a pesar de ello, gestionarla es costoso en México y las opciones que podrían disminuir su precio no cuentan con un pleno respaldo de las autoridades sanitarias.

A esto se suma que el Congreso de la Unión ha impedido que se quite el Impuesto de Valor Agregado (IVA) a productos como las toallas femeninas y tampones, lo que significa que cada año sólo las mujeres pagan cerca de tres mil millones de pesos en los impuestos a estos productos, de acuerdo con una estimación de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

“Son tres mil millones de pesos que solamente pagan las mujeres cada año de su vida. Si pensamos que los productos de higiene menstrual no son un lujo, ni de los que se pueden prescindir […] hay mujeres que no tienen acceso a estos productos porque significa una cantidad muy importante de sus ingresos o porque simplemente no pueden”, comentó a SinEmbargo la Diputada Tagle, de la Comisión de Igualdad de Género de San Lázaro.

En la Ciudad de México, las opciones se han reducido aún más, a causa de la Ley de Plásticos que prohibió la venta de tampones en la capital del país bajo el argumento de que esos y otros productos no eran “realmente indispensables”, según expuso la titular de la Secretaría del Medio Ambiente local, Mariana Robles.

Mientras tanto, la copa menstrual, una opción sustentable, que evita un gasto constante y que resulta menos agresiva para el cuerpo de las mujeres, aún tiene una venta restringida, ya que sólo una marca mexicana ha logrado obtener el registro de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

EL REZAGO DE LA GESTIÓN MENSTRUAL EN MÉXICO

El tema de la menstruación ha sido siempre destinado al silencio. A las mujeres se les enseñó a ocultarlo porque muchas personas lo consideran algo sucio o estrictamente privado. Sin embargo, en los últimos años se empezaron a enlistar las responsabilidades que las autoridades deben tener al respecto.

El rezago en México es claro, ya que mientras en otros países una mujer puede decidir en la farmacia si compra una toalla, un tampón o una copa, la única opción que hay en el país es la primera, la más tradicional.

En el país, de hecho, no existen estudios sobre las necesidades de las mujeres en la menstruación por lo que no ha sido considerado un tema de agenda pública, según señala la iniciativa para reformar el Artículo 115 de la Ley General de Educación en Materia de Higiene Menstrual presentada en la Cámara de Diputados y que hasta el momento está en calidad de “pendiente”.

“No se han generado campañas de difusión sobre higiene menstrual mostrando todos los métodos, productos sanitarios femeninos y hacer una distribución gratuita de estos, dando preferencia a aquellos más amigables con el medio ambiente. Todo ello acompañado de información objetiva, científica y laica, sobre los ciclos menstruales que permita a las mujeres detectar condiciones no normales en su estado de salud y prevenir padecimientos graves”, puede leerse en la iniciativa de ley.

Esta es la situación en México: la toalla sanitaria es la opción que está garantizada para la mayoría, aunque por su costo —con IVA— tampoco se puede hablar de una cobertura al 100 por ciento. Incluso se habla ya de “pobreza menstrual”, que es la falta de acceso a productos sanitarios, educación sobre higiene menstrual, sanitarios e instalaciones para lavarse las manos. Cuatro de cada 10 mujeres viven en situación de pobreza, según los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

EL “LUJO DE MENSTRUAR”

De acuerdo con los precios actuales del mercado, una mujer gastará en estos productos 34 mil 480 pesos y la cantidad llega a los 36 mil pesos si se le suma la compra de medicamentos para combatir los cólicos menstruales.

Este gasto básico profundiza problemas como la brecha salarial de género y prácticas como el “impuesto rosa”, que es el sobreprecio de un producto que se ofrece con características “para mujer”.

En septiembre pasado, durante la discusión del Paquete Económico para 2021, se intentó quitar el impuesto a los productos para la menstruación. La Diputada Martha Tagle contó a este medio que hay mujeres que no tienen acceso a estos productos porque significa una cantidad muy importante de sus ingresos o porque simplemente no pueden, por ejemplo.

“Las mujeres en reclusión no tienen garantizado el acceso o las que viven en situación de calle […] Tenemos no sólo que eliminar los impuestos, sino también lograr que las mujeres puedan acceder a estos productos de una manera fácil y sencilla”.

El 21 de octubre, se tendría la resolución de quitar o no el IVA a los productos menstruales como parte de la miscelánea fiscal; aunque se votaría en general, se decidió separar la votación de este tema en específico. Finalmente fueron 2018 votos en contra, 185 a favor y 11 abstenciones en contra de la propuesta.

Posterior a eso, la Diputada Verónica Beatriz Juárez Piña mostró su inconformidad: “A nosotros nos parece, y desde aquí le decimos a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que las mujeres en este país pagamos 3 mil millones de pesos más que los hombres por el único hecho de ser mujeres”.

En la votación, la Diputada Abelina López Rodríguez gritó: “Yo voté en contra. ¿Y saben por qué?, ¿saben por qué? Yo no voy a preferir una toalla sanitaria por dejar que se recaude… […] Yo no voy a permitir una toalla sanitaria por dejar que se sigan muriendo personas de COVID. En el mundo hay 40 millones de personas…”.

A casi cinco meses de haberse desechado, la Diputada Tagle considera que, aunque no es la primera vez que se presentan iniciativas relacionadas con el tema de los impuestos a los productos de higiene menstrual, nunca había tenido la fuerza que ha adquirido estos días.

“De entrada es importante que a estas alturas estamos ya hablando de un tema tan importante como la menstruación. Y cada vez hay mayor conciencia de todos los temas relacionados con la gestión de la menstruación”, comentó.

Para la Diputada Lorena Villavicencio, del Grupo Parlamentario de Morena, todas las iniciativas de mujeres enfrentan resistencia, pero que “mientras exista un número importante de mujeres insistiendo, habrá condiciones para empujar las reformas”.

De hecho, en días pasados el Congreso de Michoacán aprobó reformas a la Ley de Educación para garantizar el ejercicio pleno del derecho a la educación en torno a la menstruación y el acceso a los productos de gestión menstrual en las escuelas públicas.

Con este cambio, se busca facilitar el acceso gratuito a los productos de gestión menstrual para niñas y mujeres que lo requieran, en las escuelas públicas pertenecientes al Sistema Educativo Estatal. La reforma no solo contempla la gratuidad de los productos, sino también jornadas de promoción de otros productos como la copa menstrual, la toalla de tela y el calzoncillo absorbente.

EL LENTO AVANCE DE LA COPA

El 11 de abril del 2016, la Cofepris emitió una alerta sanitaria en contra de la copa menstrual por no contar con un registro sanitario en México que avalara la calidad de los materiales empleados en su fabricación y decretaron que: “carece de evidencia científica avalada” por esta institución.

La información que presentó en agosto de 2020 la Comisión de Equidad de Género de la Cámara de Diputados, consideró que esa decisión fue un “intento por causar miedo y desprestigio hacia un producto que atenta contra el uso indiscriminado y constante de desechables”.

La copa surgió como una alternativa a los productos desechables; se introduce en la vagina y horas después se saca para descargar la sangre. Se puede usar hasta por 10 años por el material del que está hecha que es de grado médico.

Para 2021, solo hay una marca mexicana que cuenta con el registro de la Cofepris: ProFemm. En entrevista, Sally Elena Santiago, gerente de marca de esa distribuidora, comentó que en el mundo la copa se vende sin ningún problema, dependiendo de las normas de cada país que garantizan que la copa y los materiales de los que está hecha son compatibles con el cuerpo de las mujeres.

En el caso de México, en 2017, la Cofepris autorizó la venta de la marca DivaCup, pero desde entonces toda la comercialización de las copas menstruales ha sido sólo por Internet o a través de redes de apoyo de mujeres. “No te la encuentras en una farmacia y se dificulta el acceso de las mujeres que no están dentro de esos nichos que son muy específicos”, expresó Santiago.

La también investigadora agregó que por esa razón es complejo hablar de la copa, no porque sea una herramienta o producto malo en sí, sino porque le hace falta difusión. “Si se quieren quitar los tampones ¿qué pasará? Hay quienes dicen que están las toallas de tela y copas menstruales pero ¿quién habla de ello, dónde las encuentras, dónde están disponibles?”.

Detalló que para ampliar el uso y la información sobre la copa se deben crear varias estrategias para atender las dudas de su uso, sobre la menstruación y la accesibilidad y sobre todo la disponibilidad, ya que puede haber un trabajo de concientización, pero si no está en los canales, además de Internet, se trata de una estrategia incompleta.

Por: Daniela Barragán

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