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La actividad científica no produce dogmas, sino verdades, más exactamente, aproximaciones a las verdades, que por otra parte, raras veces son absolutas, inequívocamente exactas o inmutables. Ello explica por qué, el pensamiento científico es abierto, plural y esencialmente crítico Asumir como válidos dogmas surgidos de interpretaciones o doctrinas es una actitud esencialmente anticientífica.

Los dogmas, excepto aquellos aplicados a la fe y la moral, son el mayor obstáculo para el librepensamiento, la investigación, la innovación y el desarrollo. Los dogmas laicos, también son actos de fe, solo que equivocados y no solo paralizan en pensamiento sino también la práctica al hacer creer que las cosas no pueden ser de otra manera que como indica el canon.

Hay quienes sostienen que las ciencias son más exactas cuanto más se alejan de la realidad y en el otro extremo existen quienes confunden la generalización de resultados empíricos con la actividad científica. Lo cierto es que, excepto las manifestaciones más abstractas, teóricas y elevadas, las ciencias no son un todo dado y estructurado de una vez y para siempre ni todo lo que escribe o dice un científico posee rango de verdad, lo cual es válido para Karl Marx en cuya obra se incluye propuestas científicas, afirmaciones circunstanciales, compromisos ideológicos, metáforas, incluso anécdotas.

La crítica científica no se refiere exclusivamente a señalamientos de hechos o comportamientos negativos, sino al conjunto del desempeño. Ser crítico significa ser asequible a la innovación y a la rectificación, lo cual es especialmente válido para las disciplinas sociales como la economía política, la sociología, la historia y naturalmente el llamado marxismo-leninismo que no es una disciplina ni una doctrina, sino una construcción ideológica plagada de dogmas.

En su obra: ¿Quiénes son los amigos del pueblo y cómo luchan contra los socialdemócratas?, Lenin arroja alguna luz al responder a una ingeniosa interrogante de Nicolás Mijailovski: ¿En qué obra? preguntó el polemista? expuso Marx su concepción materialista de la historia? “En todas sus obras” respondió Lenin.

La respuesta es consecuente con la idea de que Marx, realizó descubrimientos científicos trascendentales de valor universal que aplicó a sus análisis sobre fenómenos concretos, entre ellos el capitalismo y la dialéctica del de venir histórico. Algunos teóricos lo remiten al “método de Marx”.

En sentido estricto, toda la ciencia expuesta por Marx cabe en un párrafo en el cual se alude sólo a esencias. “El resultado general a que llegué…puede resumirse así: en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase del desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de la conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia…”

Además de un científico motivado políticamente, Karl Marx fue un literato que al exponer sus consideraciones trató de hacerlo con belleza y poder de convicción, para lo cual con frecuencia acudía a audaces giros y a metáforas. He visto citar, como si se tratara de piezas de convicción la idea de que: “La historia se repite dos veces, una como farsa y otra como comedia” o afirmar que “La lucha de clases es el motor de la historia”, lo cual tomado al pie de la letra omite el dominio del fuego, la invención de la rueda, la escritura, la agricultura, la metalurgia, la domesticación de los animales y otros procesos, anteriores y ajenos a las luchas de clases.

Peor aún que otorgar a metáforas, imágenes retóricas y giros lingüísticos categorías científicas son los contenidos que, en calidad de parches, a veces llamados aportes, se incorporaron al marxismo. Hubo épocas en que se creyó que la colectivización de la agricultura era un principio del socialismo, la emulación socialista una ley y la planificación centralizada un principio. He leído acerca del centralismo democrático aplicado a la economía.

Las posibilidades de profundizar las ideas socialistas, difundirlas entre masas cada vez más ilustradas e intelectualmente críticas, especialmente entre la juventud universitaria y asociar ese pensamiento a la idea de construir el socialismo, se relacionan, además de que, con el progreso material para todas las capas de la sociedad, con la calidad de las ideas cuya cientificidad no pueden ser avaladas por la política ni por la ideología, sino al revés. Como alguna vez afirmó Marx: “Ninguna época histórica se juzga por la opinión que tiene de sí misma”. El socialismo no es una excepción. Allá nos vemos.

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