La pandemia ha golpeado el poder de compra al duplicar el número de personas que necesitan pedir fiado para comer. Ante el alza inflacionaria, el 78 por ciento de los tenderos dijo que sus clientes les piden prestado, muestra una encuesta. En el primer semestre del 2020 eran dos de cada diez, pero esta primera mitad de año aumentó a cuatro de cada diez consumidores.
En la tienda de Jesús Álvarez, en Guadalajara, Jalisco, los clientes piden mucho más fiado que antes por la factura económica de la COVID-19. Lo que más se llevan, comentó, es pan de caja, jamón, lácteos, huevo, tortillas y refresco.
“Por la pandemia, muchas personas se vieron obligadas a pedir fiado y lamentablemente algunas de ellas perdieron su trabajo y ya no pudieron pagar la cuenta que quedó pendiente. Yo lo hice por ayudar, pero ya me afectó en mi economía. Ese producto que se llevaron, en el que yo invertí, ya no pude recuperar la ganancia”, dijo el tendero, quien aseguró que ahora se le ha complicado el pago de la renta.
“Hay días en que siento que me voy a atorar mucho, pero gracias a dios he logrado pagar a tiempo”, afirmó. Aunque sus ventas se están estabilizando un poco más en comparación a cuando Jalisco estaba en Semáforo Rojo, “sigue mucho lo de la fiadera”, reiteró.
Por ser tradición y una especie de banca social, en las tiendas de abarrotes abundan letreros que advierten: “Hoy no fío. Mañana tampoco” o “No confunda la amistad con el negocio. No fío”. Pero ante el alza del precio de la canasta básica y la reducción de ingresos por la pandemia, el 78.11 por ciento de los tenderos aseguró que sus clientes les piden fiado, necesidad que se ha duplicado en el último año.
Así lo muestra la 14ª Encuesta de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) que consultó vía telefónica a mil 200 tienditas la semana pasada de norte a sur, incluyendo Baja California, Sonora, Chihuahua, Nuevo León, Sinaloa, Jalisco, Guanajuato, San Luis Potosí, Puebla, Valle de México, Yucatán, entre otros estados.
“La gente pide fiado por necesidad, la cual surge porque la factura económica de la pandemia ha sido muy alta. Cerraron negocios, se cancelaron fuentes de ocupación y otros tantos, para no ser despedidos, aceptaron una reducción salarial”, dijo Cuauhtémoc Rivera, director de la ANPEC.
En julio de 2020, a inicios de la COVID-19, dos de cada diez de los clientes pedían fiado eventualmente. Hoy día, contrastó, se duplicó al ser ya un padrón de cuatro de cada diez. Además, informó, los productos que pedían fiados implicaban un 20 por ciento de la canasta básica, pero ahora piden más proporción.
CLIENTES NO ALCANZAN LA CANASTA
Para el 80 por ciento de estos pequeños comercios que abastecen a la mitad de la demanda nacional, los tres bienes que más se han encarecido en la primera mitad del año son los servicios de luz, gas, agua y los alimentos básicos.
De la canasta alimentaria, los cinco productos con mayor variación de precio percibido en las tienditas son la carne de res, pollo, cerdo y pescado, frutas y legumbres, tortillas, lácteos, así como botanas y refrescos.
Sólo en junio, la tasa de inflación se ubicó en 5.88 por ciento anual (3.33 por ciento junio 2020), lo que representó el cuarto mes consecutivo en que se coloca por encima del límite del 4 por ciento establecido por el Banco de México (Banxico), de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
El precio del jitomate, naranja, gas LP y carne de cerdo fue el de mayor alza ese mes.
A la par del comportamiento de la inflación, el 91.71 por ciento de los tenderos consultados reportó que sus ventas han caído entre 15 y 25 por ciento en el último semestre. El 76.03 por ciento percibe que a sus clientes no les alcanza para la canasta alimentaria por lo que están consumiendo productos sin valor nutricional. En junio, la canasta básica monitoreada por la Alianza Nacional de Pequeños Productores (ANPEC) valía mil 126 pesos, un 3.7 por ciento más que en enero.
Esto es, mientras los clientes golpeados en sus ingresos dejaron de comprar comida enlatada, lácteos, frutas y verduras, y carne, ahora demandan más refrescos, botanas, cigarros, así como huevo y tortillas.
“El deber ser nos habla de tener hábitos alimenticios saludables y alejarnos de la comida chatarra porque te enferma. Pero está el poder ser. La gente necesita trabajar, por lo que con el ingreso que tienen, y por su hábito de consumo, se inclinan a comprar energía barata, pero dañina”, planteó Cuauhtémoc Rivera, director de la ANPEC.
Cómo hacer que en algún día de la semana se coma carne en casa, se cuestionó, cuando el kilo de cerdo aumentó 42 por ciento en este semestre de 69 a 98 pesos; el pollo, un 28 por ciento de 42 a 54 pesos; y la res, un 12 por ciento de 169 a 189 pesos en promedio, documentó con base en el monitoreo mensual de la Alianza.
También han detectado que los consumidores no migran al pescado o verduras por la percepción de que no los llena lo suficiente y tendrían que pagar el doble para saciarse.
RIESGO DE CIERRE DE TIENDAS
En medio de la situación económica, los más de un millón de puntos de venta de los tenderos, en su mayoría también jefes de familia, enfrentan diversos riesgos de cierre.
Mientras sus clientes les piden fiado por necesidad y sus ventas han disminuido, deben seguir pagando luz, gas y el 62 por ciento renta el local. El 77 por ciento de ellos no cuenta con otro empleo o fuente de ingreso.
Aunque la jornada de vacunación está en proceso y el 58 por ciento de los pequeños comerciantes ya recibió al menos la primera dosis, el 60 por ciento percibe lenta la reactivación económica, por lo que esperan fondos crediticios y un aumento al salario mínimo, reveló la 14ª Encuesta semestral.
“Debe haber una política pública efectiva que ofrezca un apoyo crediticio viable, de fácil acceso, blando y a la medida de las necesidades de cada punto de venta”, comentó Cuauhtémoc Rivera, director de la ANPEC.
La respuesta de la Secretaría de Economía de dar un millón de microcréditos de 25 mil pesos, evaluó, no prosperó porque “se batalló colocarlos” tanto por el costo, como por el margen de cobro.