Síguenos

Volver

ÚLTIMA HORA

Internacional

Fiscalía de Estados Unidos solicita cadena perpetua para Genaro García Luna

Volver

Opinión

Quizás el problema fundamental de la medicina moderna sea, sin paradojas, la tecnología biomédica: achica al enfermo, sepulta la relación médico paciente e incrementa la brecha entre los que pueden sufragar los gastos de la nueva y maravillosa biotecnología  y quienes no cuentan con esa capacidad. Escribí sin paradojas: todo depende del bolsillo: quienes pueden acceder a ella (casi) siempre se beneficiarán; los que no consiguen acercarse a sus bonanzas pervivirán con la misma (poca) calidad de vida y morirán a edades similares a las de sus padres. Corolario: la biotecnología incrementa las grietas entre ricos y pobres.

La bioética es una fuente de reflexión cuyo leitmotiv no radica en frenar la investigación biotecnológica pero sí priorizar sus propósitos. La ética es rica en ideas y pobre en dinero; las tecnologías médicas y no médicas son ricas en ideas y en dinero. Francisco de Quevedo lo dijo hace cinco siglos, “Poderoso caballero es don Dinero”. Avanzado el siglo XXI, los hacedores de la biotecnología lo confirman. La “nueva” medicina lo sabe: se nutre de la aparatología.

Conforme crece la biotecnología, la persona que acude a consulta se convierte en enfermo potencial y fuente de dinero. La biotecnología y sus acólitos, como lo han denunciado médicos y pensadores, ha medicalizado la vida.

Cuando se asiste a consulta, ¿cómo dirimir entre lo prudente y lo imprudente? ¿Qué hacer cuando se acude a revisión por dolor abdominal y el médico, tras revisar al enfermo y solicitar exámenes, le informa que, además de sufrir del colón, es hipertenso, tiene elevado el colesterol y quizás una masa en el hígado?  ¿Actúa correctamente el doctor que se atiene a la queja del paciente y solicita pocos exámenes?, o bien, ¿actúa en forma preventiva el médico que sugiere, aunque el paciente sólo tenga un pequeño problema, realizar muchos exámenes?

Las dos últimas cuestiones engloban las iniciales. Inadecuado contestar sí o no. Se requieren diversos elementos, el principal, individualizar a quien acude a consulta, es decir, conocerlo, entender sus peticiones y actuar conforme a su óptica y de acuerdo con principios éticos/médicos. Individualizar en medicina y en general es un arte. Saber quién es el enfermo es esencial. Ese escenario debe dictar las reglas: cuántos exámenes efectuar, cuántas interconsultas solicitar, etcétera. Hacer exámenes conlleva beneficios y perjuicios. En medicina la serendipia juega un papel crucial. No debe soslayarse que muchos hallazgos fortuitos, al medicalizarse, generan problemas debido a los fármacos o a la magra comunicación entre los médicos: la sobre prescripción es frecuente. Tampoco debe obviarse, a pesar del inmenso avance de la medicina, la historia natural de algunos padecimientos: no siempre se conoce cómo se comportará la enfermedad y en ocasiones las anomalías detectadas en los exámenes pueden existir años atrás y no ser perjudiciales.

El escenario previo se complicará más conforme avance la medicina y la genómica sea parte de la misma consulta —genómica: campo de la biología molecular dedicada a estudiar la estructura, función, evolución y mapeo de los genes y de sus posibles   modificaciones—. La medicina genómica ofrece muchas utilidades, sobre todo tratar embriones enfermos; sin embargo, su mal uso puede abrir la puerta al demonio de la eugenesia, i.e., ciencia dedicada a mejorar los rasgos hereditarios humanos mediante diversas formas de intervención genética.

Repensar el ejercicio de la medicina es necesario. Deben hacerlo médicos y pacientes. Son muchas las preguntas e incontables las respuestas. El galeno tiene la obligación de individualizar al enfermo y éste saber quién es su doctor.  

SIGUIENTE NOTICIA

Internacional

Aumentan a mil 300 los muertos en Haití tras sismo de 7.2 grados.