Desde que era un preadolescente, conservo en mi memoria la convicción de Arturo Gámiz y Pablo Gómez de crear un grupo guerrillero rural para hacer frente al despojo del bosque, predios ejidales y comunidades indígenas.
Los conocí en la casa de nuestra familia, ubicada en la calle Escudero de la Colonia Santo Niño, a la que él y varios compañeros, fueron a informar a su maestro normalista Manuel Pizarro Barrón (mi padre) que se iban a levantar en armas ante el autoritarismo, represión y despojo del Gobernador Giner Duran, la policía rural y los latifundistas.
En aquel entonces, yo tenía 12 años y mi hermana Alma Rosa 10, razón por la cual nuestro padre dio por sentado que nuestra presencia no tenía relevancia alguna de su conversación con ellos, la cual se prolongó por más de una hora.
Mi hermana y yo estábamos jugando con una pelota en la sala-comedor donde se reunieron. No obstante, “sin querer queriendo” estuvimos atentos a la conversación que fue subiendo de tono. Mi padre les decía que era sumamente riesgoso y peligroso crear un grupo guerrillero; que el Gobernador Giner y los rurales eran unos asesinos y que ellos y los campesinos, no tenían experiencia para conformar una guerrilla rural.
Al concluir la plática, mi hermana le dijo sumamente asustada a nuestro padre: ¡Verdad que no te vas a ir a la guerra!, lo que sorprendió y cimbro a nuestro padre, quién, la tranquilizó, diciéndole que era una tarea escolar que él les había encargado en su clase.
Tres años después, la masacre de Tlatelolco y el Halconazo de 1971 me dejó en claro que, el Grupo guerrillero de Arturo Gámiz, no estaba equivocado, que como bien lo dijo Ricardo Flores Magón, “El revolucionario es un ilegal por excelencia; quien se ajusta a los actos de la ley, podrá ser a lo sumo un animal domesticado, pero no un revolucionario”.
Lo refiero porque justo en 1970 me sume a la guerrilla urbana encabezada por Diego Lucero, que en 1972 definió el triple asalto bancario, como “Operación Madera” en reconocimiento al Asalto del cuartel de Madera de 1965.
Comprendí que la única opción para hacerle frente a la violencia del Estado en contra del pueblo y los estudiantes, era la lucha armada, por lo que, al terminar la preparatoria de la UACH, dije a mis padre y madre que la Escuela de Antropología e Historia de la capital de la República me había otorgado una beca por mi alta calificación del 9.8 por ciento, lo cual era cierto, pero me sirvió para integrarme a petición de Diego Lucero, a la guerrilla que conformó.
Supe después, que los dirigentes del “primer encuentro en la sierra”, que describí anteriormente, convocaron en el “segundo encuentra de la sierra” hicieron caso a las recomendaciones de mi padre, quien como señalé líneas arriba, les dijo que antes de levantarse en armas debían primero “organizarse y experimentarse”.
Al recobrar su libertad, Arturo Gámiz, consecuente con el compromiso que acató con mi padre, se remontó a la sierra y desde allí manda a pedir armas y gente para crear el grupo guerrillero que le dijo a mi padre iba a crear. Empezó además a formas concretas del trabajo organizativo realizado en el primer encuentro y núcleos clandestinos de campesinos y militantes armados.
Se desarrolla el trabajo de compactación referidos tanto en la zona rural con los campesinos y la urbana entre estudiantes y maestros, quienes pasan a formar parte de la “red urbana” para el abastecimiento de la guerrilla. Toda esta labor se realiza ya con una dirección bien definida. Arturo Gámiz, jefe político y Salvador Gaytán, jefe militar.
Este proceso es definido por Gámiz como un asentamiento y crecimiento de fuerzas del grupo guerrillero que facilitasen el posterior enfrentamiento militar. Esos eran los planes. Sin embargo, la persecución del enemigo y su represión a los campesinos pacíficos, obligaron al “grupo rural” a pasar a la acción militar.
Gámiz planteaba que, de no hacerlo, los campesinos perderían confianza en el Grupo Guerrillero y esto permitiría al enemigo irlos asilando. Por ello es que se lleva a cabo el ataque y toma de un cuartel de rurales en el pueblo de Dolores.
Podemos decir que esta acción es la que propagó fuera del Estado la existencia del grupo guerrillero positivamente en su desarrollo, pero también requirió intensificar el reclutamiento y la capacidad combativa del grupo.
En ese contexto es donde surge uno de los graves problemas que enfrentó la guerrilla rural. Arturo Gámiz, en su condición de jefe político, planteó no descuidar el trabajo político (valga la redundancia) en la base campesina y, por lo tanto, rechazó la idea de incorporar al grupo armado a los campesinos.
El otro problema era que los militantes mandados por la red urbana, ideológicamente no consolidados y físicamente deficientes, no lograron soportar el ritmo de la guerrilla y se empezó a generar las primeras deserciones.
Según testimonio de un compañero sobreviviente de esa guerrilla, fue por lo que Arturo Gámiz decidió bajar a la ciudad para fortalecer la red urbana y hacerse cargo en forma personal del entrenamiento y otras tantas funciones que la red urbana no estaba cumpliendo o lo estaban ejerciendo en forma deficiente.
Señalaba que el mismo grupo armado requería de una mejor preparación política-militar, que, en la sierra, por la gran persecución del Ejército, no había posibilidades de lograr. En virtud de ello, se traslada a la ciudad de México.
Mientras tanto, Ramón Mendoza y Lupito Escowell forman otro grupo guerrillero, que mantiene en ausencia de Gámiz, una labor permanente de hostigamiento a caciques, policías rurales y soldados, a los cuales apresaron, desarmaron e incluso encueraron a una partida de soldados a los que posteriormente liberaron.
Y no sólo eso. También incendiaron un puente de tránsito obligado para el comercio maderero, en cuya ocasión se bautiza al grupo como GRUPO PUPULAR GUERRILLERO.
Al cabo de una breve estancia en la sierra los jefes de este grupo se trasladan también a la capital de la República, para discutir e integrar bajo mando único de Arturo Gámiz, un movimiento guerrillero que desarrollara la guerra revolucionaria iniciada y declarada, en la región del noroeste del estado más grande del país.
La consolidación de esa mínima organización guerrillera en Chihuahua, abrió perspectiva de carácter nacional, que Arturo Gámiz supo captar y transmitir a través de militantes con los que tenía contactos dentro de la UGOCM y el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) organización democrática antimperialista encabezada por Lázaro Cárdenas.
En ese positivo contexto, es cuando el Grupo Popular Guerrillero planea y ejecuta el ataque al cuartel militar de Madera, cuya guarnición ascendía a 125 soldados.
Quince guerrilleros—de los cuales sólo uno sobrevivió–, ejercieron esa tan temeraria acción como les advirtió mi padre. Gámiz muere en esa acción y el pueblo de Chihuahua perdió uno de sus mejores hijos.
No obstante, ese movimiento guerrillero, generó una aguda transformación a nivel nacional y marcó el inició de la lucha guerrillera en todo el país e incluso, la del Grupo Popular “Arturo Gámiz de 1967-68, que les compartiré en el tercer capítulo de estos antecedentes históricos de la Guerrilla rural y urbana, que abrió la conciencia social de millones de mexicanos.