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Opinión

Europa. Larga marcha, en reversa

La crisis en torno a la expansión de la OTAN, Ucrania, Donbass y Crimea es un monumento al absurdo y a la barbarie, con estos eventos, la política europea ha retrocedido a prácticas antediluvianas. Como en 1914 y 1939 la guerra vuelve a estar a la orden del día. Los rusos y los americanos que entonces fueron parte de la solución, ahora lo son del problema. Lenin firmó la paz de Brest-Litovsk y Roosevelt se alió con Stalin contra Hitler, ahora no se entienden.

Cuando en 1832, el teórico militar Carl Von Clausewitz, sentenció que: “La guerra es la continuación de la política por otros medios...” no podía imaginar la opulencia con que esa cualidad se expresaría en el siglo XXI, un contradictorio momento civilizatorio en el cual las más altas cumbres del pensamiento y el conocimiento, en la esfera política, se mezclan con el primitivismo de una diplomacia basada en la exhibición de la fuerza militar.

ico-militar caracterizada por el diferendo entre Rusia, la OTAN y Ucrania, es parte de la intención por hacer prevalecer la unipolaridad política, bajo la hegemonía de Estados Unidos que, del peor modo posible, es retada por Rusia que heredó el potencial nuclear de la Unión Soviética, evidencia la certeza del pensamiento del teórico prusiano.

amiento del teórico prusiano. La política ejercida por Joe Biden y Vladimir Putin que prefieren las sanciones económicas, la amenaza y el uso de la fuerza, así como la exhibición del poderío militar al diálogo, no tiene precedentes. Los políticos que lidiaron con las crisis de Berlín (1948-49), el Canal de Suez (1956) y con la de 1962 con motivo del emplazamiento de armas nucleares en Cuba, actuaron de modo más sofisticados que los de hoy que amenazan, manipulan y mienten impúdicamente.

La política de apaciguamiento de Chamberlain, primer ministro británico que condujo al Pacto de Múnich (1938), el Tratado Ribbentrop-Molotov (1939) que, por cierto, incluía la cláusula de que ambos países se abstendrían de “unirse a cualquier alianza entre potencias que fuera hostil a alguna de ellas... y las negociaciones entre los hermanos Kennedy y Nikita Jruzchov en 1962, comparadas con las manipulaciones de hoy, fueron ejercicios diplomáticos de mejor escuela.

La Primera Guerra Mundial fue una matanza sin sentido y en la Segunda, el sacrificio de entre 70 y 100 millones de vidas fue el costo asumido para erradicar el fascismo, la ideología más perversa y peligrosa que ha conocido la humanidad, para aproximar las posiciones del capitalismo y el socialismo y validar la coexistencia pacífica, completar la descolonización afroasiática, fundar las relaciones internacionales sobre la base del derecho, crear la ONU y excluir la guerra, primero entre las potencias.

Si bien los avances logrados no pudieron evitar la Guerra Fría, la confrontación bélica desapareció de Europa, y la avenencia se sublimó con la integración económica y política. Tan sólidos fueron los avances que el colapso soviético y la reestructuración política en Europa Oriental, el mayor ajuste geopolítico desde la conquista de América, fue saldada sin violencia. Un país como Rusia donde la contrarrevolución frente al triunfo bolchevique desencadenó una guerra civil que duró años, ocasionó millones de muertos, acentuó la ruina y la crisis humanitaria derivada del zarismo y de la Primera Guerra Mundial hasta límites indescriptibles, setenta años después, realizó el proceso inverso sin disparar un tiro, sin fusilados ni presos, sin éxodos y sin revanchas. El colapso en Europa Oriental y la Unión Soviética fue una tragedia política, aunque una expresión de cordura. Lamento el resultado, pero me plugo por la cordura y el humanismo de los protagonistas.

Una coda inevitable es el terrorismo, tanto el no estatal que tuvo en los atentados del 11/S el iniciador de una funesta era de violencia, en la cual el terrorismo ejercido por los estados echó leña a un fuego que arde todavía. Cuando la ONU está paralizada, la hegemonía de Estados Unidos anula a los estadistas europeos y Rusia que no debería temer a nada, se deja provocar y reacciona con desmesura ante la perspectiva por, cierto incierta, de que Ucrania ingrese en la OTAN, hecho que en la correlación de fuerzas y en la práctica no cambia nada, las preguntas del momento son: ¿Qué sigue? ¿Qué harán los que comenzaron esta crisis para desactivarla? ¿Sabrán cómo hacerlo?

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