Estando en Suiza, un amigo con el que debía encontrarme se excusó porque debía “ir a votar”. “No sabía que hubiera elecciones, le dije. ¿A votar por quién?”. “No es por quién, me respondió, sino por qué. Han propuesto construir un puente y lo han sometido a votación”.
Los suizos paladean la democracia al extremo de contar con una “Presidencia rotativa” que cambia semestralmente y aman tanto la neutralidad que, para decidirse a ingresar en la ONU, demoraron desde 1945 hasta 2020. ¡57 años! En el referéndum 12 cantones votaron sí y 11, no. La aprobación se alcanzó por una apretada mayoría del 54.6 por ciento.
La curiosa historia de la neutralidad de Suiza, que no es ajena a los aprestos militares, comenzó en el Congreso de Viena de 1815 convocado para la restauración monárquica en Europa tras la derrota de Napoleón. Allí, prácticamente todos los Estados europeos, incluyendo a Rusia, coincidieron en otorgar a Suiza la neutralidad perpetua.
Según lo acordado: “Suiza no participa en conflictos, no proporciona soldados ni apoyo a ningún país beligerante. A cambio, su territorio no sería invadido”. No obstante haber sobrevivido a dos guerras mundiales y a la Guerra Fría, la neutralidad suiza puede sucumbir por los sucesos en Ucrania o quizás ya lo ha hecho al implicarse en las sanciones de la Unión Europea contra Rusia y considerar la pertinencia de rearmarse tal como hacen Alemania y otros Estados europeos.
Suiza es un país neutral, no pacifi1sta. De hecho, es un fabricante de armas y equipos militares, los cuales exporta a unos 70 países por valor de alrededor de mil millones de dólares y no es una nulidad militar.
Sus fuerzas armadas están integradas por unos 200 mil efectivos, de los cuales alrededor del 90 por ciento son milicias altamente entrenadas y unos 40 mil oficiales y suboficiales profesionales.
En el país se aplica el servicio militar obligatorio. La preparación para la resistencia y la defensa es una constante en la vida del pueblo suizo, lo cual incluye el acondicionamiento ingeniero del probable teatro de operaciones, plagado de túneles y refugios, incluidos nucleares para la protección de toda la población, además de fortificaciones para el combate. Con el fi n de la Guerra Fría, las preocupaciones militares de Suiza -que mantiene una estrecha relación con la OTAN- se relajaron, mientras en los últimos tres meses, debido a la guerra en Ucrania se han incrementado desplazándose hacia Rusia.
Los rusos lo saben: la violencia engendra violencia y la guerra no conduce a la paz no aporta seguridad, sino todo lo contrario. Se trata de afirmaciones que ya pueden ser corroborada1