Lo que estamos viviendo ahora los mexicanos es una pesadilla social. Todas las instituciones están rebasadas. La descomposición del concepto de comunidad nos ha llevado a vivir lo que en Teoría Generacional se llama “La Crisis Estructural de México”. ¿En qué momento comenzó todo esto? ¿Por qué los males nos aquejan con tanta desgracia? ¿Por qué las familias están divididas? Las preguntas son demasiadas y los culpables no se ven a simple vista. Nuestra patria se ha venido pudriendo, en un principio, debido a las pésimas políticas públicas del pasado. ¿Qué sigue?
El fin de semana pasado tuve la dicha de visitar la ciudad de Tijuana, Baja California. Una región en donde la gente es amable, sincera y trabajadora. Desde que fui por primera vez en el año 2005 quedé maravillado por su calidez y gastronomía. Esta vez fue diferente y la peor parte fue ver a la gente preocupada. Desde la llegada al aeropuerto ya había un sabor raro en el ambiente: Personal de seguridad nos pidió demostrar que éramos mexicanos (A algunos de los que bajábamos del vuelo proveniente de la CDMX). Con mi credencial del INE pasé con rapidez.
Afuera de la sala de llegadas (Pero aún dentro del aeropuerto) también había un ambiente difícil: varias personas se me acercaron para pedirme dinero. Incluso una familia me contó que necesitaban boletos de avión para ir a Michoacán y que si yo podía comprarlos. Por obvias razones eso no era posible, pero me insistieron por lo menos dos veces. Ante la tensión mejor entré a una cafetería y me senté a esperar la llegada de mi socio. A partir de ahí las cosas ya empezaron a tranquilizarse. En el taxi me dispuse a disfrutar de la vista de esta preciosa ciudad.
Uno de los peores males que aquejan a nuestra sociedad es que nuestro sistema financiero fue destruido por la reencarnación de Quetzalcóatl. Cuando el 1 de septiembre de 1982 el presidente José López Portillo nacionalizó los bancos mexicanos, varias generaciones quedaron condenadas a un futuro muy difícil. El pésimo desempeño de la llamada “Docena Trágica” (1970 a 1982) en materia de políticas públicas desgastó el modelo nacionalista. De ahí los siguientes gobiernos tuvieron que dar un viraje hacia el “Neoliberalismo” (Qué en realidad jamás existió como lo dicta la doctrina económica).
Los problemas que hoy nos aquejan tienen su origen en esos terribles años de Echeverría Álvarez y López Portillo. Sin embargo, la sociedad mexicana también empezó a cambiar su manera de ser: el ciudadano comenzó una transformación en la cual se percibía como una mejor propuesta la individualidad. Poco a poco la fuerza del PRI, que radicaba en la solidez de sus cuadros, empezó a desmoronarse. Se partió de forma definitiva en 1988 con la salida de Porfirio Muños Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas. De la misma forma el electorado demandaba que las reformas a la ley electoral se llevarán más a fondo.
El día de mi regreso a la Ciudad de México, una persona que me acompañaba me hizo ver la cantidad de gente armada que había en las calles. No le dimos mucha importancia, ya que incluso pensamos que eran escoltas. Se podía ver que el ambiente en las avenidas estaba algo nervioso. La gente decía que habían aparecido mantas pidiéndole a la población no salir, ya que se había declarado un toque de queda. Sin embargo, la duda era ¿Quién ordenó ese movimiento? ¿Era el ejército o el gobierno municipal quien pedía a la población no salir? Al parecer era el crimen organizado el autor de la instrucción.
Lo que sucedió después, todos lo sabemos: Se desató una violencia que rayaba en el terrorismo. Fue una muy mala experiencia para los ciudadanos de a pie tener que soportar ese nivel de miedo. La alcaldesa de Tijuana salió a tratar de conciliar y apaciguar a los involucrados en un intento de recuperar la paz. Camiones quemados, balas perdidas y pánico en las calles mantenían en jaque a las autoridades en Tijuana, Ensenada y Mexicali. El vacío de poder que han dejado las instituciones lo han ocupado grupos de individuos que solo ven por sus propios intereses.
El sentimiento de “Nosotros” hoy es casi inexistente en nuestro país. Vivimos en tiempos de un individualismo extremo: Desde las “selfi s” hasta las guerras culturales. Los estudiosos de la historia saben que solamente el dolor produce los cambios drásticos que la situación requiere. Para que el país vuelva a tener paz tiene que suceder algo: el mexicano debe de volver a pensar en comunidad e instituciones. Mientras esto no suceda, entonces jamás vamos a ver el fin de este túnel lleno de sangre y muerte. “La Crisis Estructural de México” no tiene por qué ser nuestro destino: hay que procurar un mejor mañana.