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Opinión

El pasado domingo 29 se realizaron en Colombia las elecciones de alcaldes, gobernadores, asambleas departamentales, concejos municipales y ediles de localidades

El pasado domingo 29 se realizaron en Colombia las elecciones de alcaldes, gobernadores, asambleas departamentales, concejos municipales y ediles de localidades.

Las votaciones transcurrieron en paz, con sólo dos hechos violentos: en un municipio de la costa Caribe, una protesta frente a la registraduría acabó en incendio provocado en el cual falleció una funcionaria. Allí ganó el voto en blanco, lo cual obliga a realizar nuevas elecciones. En Maicao, zona fronteriza con Venezuela, estaba de candidato el llamado Hombre Marlboro, condenado por contrabando y otros delitos; obligado a renunciar, la respuesta de la ciudadanía fue votar masivamente en blanco, ganador, con iguales consecuencias.

En un municipio de la zona amazónica, cercana a la frontera con Venezuela, ganó la alcaldía un firmante del Acuerdo de Paz con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en completa paz.

En Bogotá fue elegido alcalde un candidato de centro, hijo de un candidato presidencial del partido liberal asesinado en el 1989, que a partir de ahí se ha convertido en una especie de mártir de la democracia, por Pablo Escobar con apoyo del director del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), encargado de la inteligencia del Estado. El segundo lugar fue para un alternativo, con perfil técnico, ajeno al mundo político, sin dinero y sin maquinaria política, que hizo una campaña casa a casa prometiendo honestidad en la Administración. El candidato de izquierda, director de cine de películas sobre narcos y persona honesta, quedó en tercer lugar. Un fuerte golpe para el presidente Gustavo Petro, para su coalición de Gobierno y para la izquierda en general.

Lo notable es que la capital ha sido siempre rebelde; allí tradicionalmente gana el voto de opinión; en el 2016 eligió Alcalde al hoy Presidente de la República y, si bien como sucesor de Petro ganó un tecnócrata de derecha, rectificó y eligió luego a Claudia López, actual alcaldesa, de izquierda, abiertamente homosexual y que como senadora hizo debates valientes contra la parapolítica.

Pero como en el tema del Metro, indispensable por la mala movilidad en Bogotá, Claudia se vio obligada a seguir el modelo que había dejado adelantado su antecesor, radical contradictor de Petro, de Metro elevado, porque ya estaba adelantado en diseños y financiación, en vez del subterráneo que había planteado el hoy presidente en su Alcaldía, ha hecho que éste lo haya convertido en punto de honor y le haya armado una pelea permanente mediante Twitter, a veces con 100 trinos diarios, como acostumbra, sin aceptar contradicción. De nada vale que Claudia le diga que ella está atada, que la segunda línea será subterránea. En su reciente viaje a China, solicitó financiación para cambiar el proyecto ya en camino, a pesar de que implica atrasos de dos años en su construcción y un sobrecosto impagable.

El Alcalde electo de Bogotá dijo en su primer discurso que apoya el trazado actual del Metro y que le pide apoyo y respeto al presidente en ese tema. Pero la Nación, o sea Petro, es quien aporta el 70 por ciento para el proyecto. Hizo énfasis en que enfrentará la seguridad asumiendo su Jefatura de la Policía en su ciudad, pero ya Petro había dicho que él es el Jefe nacional de la Policía y que actuará como tal para enfrentar la inseguridad, uno de los mayores problemas del país. Vamos a ver si habrá ahí posibilidad de concertación.

En Medellín, el Alcalde de izquierda será reemplazado por una persona de extrema derecha a quien Petro había derrotado en la contienda presidencial.

En Cali, la ciudad del estallido social, donde en el 2019 los jóvenes dieron muestra de compromiso y rechazo a los vicios de nuestra democracia, a costa de perder la visión y su propia vida por acción de la Policía, actualmente con un Alcalde de izquierda, hijo de un comandante del M19, ganó una persona proveniente de dos de las familias más acaudaladas, dueñas de ingenios azucareros, y debemos sentirnos afortunados porque la alternativa era muchísimo peor.

Santa Marta y el departamento de la Magdalena fueron la revelación: la Alcaldía y la Gobernación actuales, ambas de izquierda, fueron reemplazadas por personas de la misma orientación, a pesar de que, como el Consejo Nacional Electoral obligó a renunciar a la candidata a la Alcaldía, su reemplazo, nombrado apenas dos semanas antes de los comicios, sin tiempo para hacer campaña, logró salir elegido. El Gobernador actual repitió su hazaña de la elección anterior: alcaldía y gobernador quedan en manos de la izquierda.

La pugna permanente del Presidente, en muchos casos, internos y en política internacional (contra la prensa, contra los empresarios, para, acto seguido, convocarlos, contra los partidos, contra el presidente de El Salvador, Nayib Bukele) siempre mediante trinosque no alcanza a sopesar, pueden haber pasado cuenta de cobro.

El reclamo general al Presidente para que convoque a todas las fuerzas del país para la realización de un gran acuerdo nacional tuvo respuesta en la alocución presidencial inmediatamente después de conocidos los resultados electorales. Fue un discurso mesurado, de felicitación a los ganadores y de llamado a la concertación para los grandes proyectos nacionales. Ojalá ese tono y ese propósito se mantengan.

 

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