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Gustavo Petro, hizo lo que mejor sabe hacer para fortalecer su Gobierno luego de los estremecimientos políticos: Arengó desde el balcón del Palacio Presidencial a quienes lo apoyaron

El pasado 1 de mayo, Día del Trabajador, el presidente colombiano, Gustavo Petro, hizo lo que mejor sabe hacer para fortalecer su Gobierno luego de los estremecimientos políticos que causó su cambio del Gabinete ministerial: arengó desde el balcón del Palacio Presidencial a quienes se habían reunido en el Patio de Armas a apoyarlo.

Empezó su arenga recordando a los presidentes liberales que quisieron transformar este país en uno más moderno y justo, y entre ellos resaltó a Alfonso López Pumarejo (1934-1938 y 1942-1945) y su Revolución en Marcha, Carlos Lleras Restrepo y su frustrada Reforma Agraria, para llegar hasta Jorge Eliécer Gaitán, candidato presidencial liberal asesinado en el 1948, quien con su grito de A la carga! Llamaba al pueblo a seguirlo para lograr la justicia social, y resaltó cómo con ese asesinato y esas frustraciones hemos llegado hasta el punto en que nos encontramos hoy.

Era el discurso de un demócrata que llamaba a sus seguidores y al pueblo en general para levantarse y apoyar las reformas que busca hacer su Gobierno. Pero levantarse no significa desconocer la democracia, sino utilizar las herramientas de que dispone para presionar la aprobación de sus reformas por parte del Congreso de la República.

Pero como mencionó la palabra revolución, que tanto espanto provoca, se ha querido hacer ver que está prácticamente armando otra guerrilla.

Como entre los ministros removidos de sus cargos hay personas como José Antonio Ocampo, exministro de Hacienda que tan buen desempeño tuvo hasta lograr la aprobación de la reforma tributaria, y Cecilia López, una gran liberal exministra de Agricultura, y nombró en su reemplazo a personas de su entera confianza, algunas de ellas exmilitantes del M19 del que proviene el mismo Petro y otros que lo acompañaron cuando fue alcalde de Bogotá, aun personas de izquierda o de centro han hecho la lectura de que esos cambios significan una radicalización del Presidente.

Petro se ha distinguido por su trato difícil y la facilidad con que cambia a sus colaboradores, como se vio en su tránsito por la Alcaldía, pero eso, que puede dar idea de una personalidad muy particular, posiblemente camorrera y difícil, no puede llevar a pensar que está preparando una dictadura. Son cosas muy distintas.

Las diferencias con Ocampo parecen estar por el lado de su defensa de la regla fiscal y la insistencia de Petro en que sus propuestas no significan necesariamente que esa regla se vulnere.

Y con Cecilia López, las diferencias pueden basarse en que ella, que ya había sido ministra de Agricultura, directora del Departamento Nacional de Planeación (DNP), ministra de Educación, entre otros cargos, en ocasiones criticó a la ministra de Minas por sus declaraciones de que no se harían más exploraciones de petróleo en el país y por sus afirmaciones de que los 3 millones de hectáreas que el Presidente se había comprometido a repartir a los campesinos desposeídos, sería utópico pensar que se podrían lograr en los cuatro años del periodo presidencial de Gustavo Petro.

Especialmente por el cambio de estas dos personas que despertaban confianza en los mercados y en general en el centro del espectro político, se ha generado, repito, aun entre personas de centro-izquierda, el temor de que el Presidente esté girando demasiado a la izquierda, sin detenerse a pensar que el desempleo ha bajado en lo que va corrido de este Gobierno, que la inflación ha empezado a ceder y, sobre todo, que el Presidente terminó su discurso del 1 de mayo con un llamado al diálogo.

Hay que reconocer también que, si el Presidente rompió la coalición de Gobierno, antes la habían roto los jefes de los partidos que la integraban, especialmente el liberal, rechazando las propuestas del Gobierno en el Congreso, que se suponía habían sido consensuadas. Por eso dijo que ya no se entendería con las cabezas de los partidos sino con sus bancadas.

Esta decisión, problemática porque significaría un debilitamiento de los partidos para hacer democracia al menudeo, hay que enmarcarla de todas maneras con la decisión de 18 de los 37 representantes a la Cámara del Partido Liberal, que anunciaron su apoyo al Gobierno y no a las órdenes del expresidente César Gaviria, presidente del Partido Liberal, que se ha convertido en un crítico del Gobierno del que se declaró aliado, por lo cual fueron nombrados varios ministros de esa colectividad. El nombramiento de un liberal como ministro del Interior podría entenderse en ese mismo sentido.

Luego de la agitación de la semana pasada, el Presidente realizó su visita de Estado a España, donde fue recibido con especial defer="true"encia por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el rey Felipe VI. Eso fue más allá de la simple diplomacia al uso, si recordamos la fría recepción que el Rey dio al expresidente Iván Duque (2018-2022), quien, como si no fuera él el Presidente en ejercicio, le dijo que le llevaba saludos del expresidente Álvaro Uribe, que lo quería mucho. ¡Habrase visto!

La reacción del Congreso español a la presencia del presidente Petro, muestra que no hay necesidad de ahondar mucho para saber dónde estamos: aplauso de pie de la mayoría demócrata y salida despectiva de los congresistas de Vox

 

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