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Opinión

Golpes de Estado en Rusia

En más de 100 años Rusia ha registrado tres tentativas de golpes de Estado, el primero ocurrió en 1917 y el último el pasado 24 de junio

En poco más de 100 años hubo en Rusia tres tentativas de golpes de Estado, todas fallidas. La primera fue protagonizada por el general Lavr Kornílov (agosto/septiembre del 1917) contra el Gobierno provisional de Aleksandr Kerenski. La segunda tuvo lugar entre el 19 y el 21 de agosto del 1991 cuando elementos de línea dura en la administración reformista de Mijaíl Gorbachov estimaron que sus reformas hundían al país, conspiraron, intentaron usurpar el poder y poner bajo arresto al Presidente. La otra asonada ocurrió el pasado 24 de junio cuando Yevgueni Prigozhin, jefe del Grupo Wagner con 25 mil efectivos se sublevó y ordenó a sus huestes marchar sobre Moscú en zafarrancho de combate.

Durante el golpe de Estado contra Mijaíl Gorbachov, en 1991, los mariscales, generales y almirantes soviéticos se abstuvieron de intervenir. Lo mismo hicieron la Seguridad del Estado, las estructuras del Partido Comunista y los sindicatos. Los rusos de hoy adoptaron la misma actitud durante la asonada protagonizada por Prigozhin, aunque el presidente Vladimir Putin afirma que él ordenó la inacción.

Durante la intentona contra Gorbachov, el generalato soviético tuvo la excusa de que se trataba de una acción política; mientras, la de ahora tenía una definida estructura militar. La columna del sublevado Grupo Wagner, formada por unos 5 mil efectivos con blindados y artillería, en zafarrancho de combate avanzó por las carreteras entre 200 o 300 kilómetros, derribando helicópteros y aviones, colocándose a media jornada de Moscú.

La pasividad, celebrada como heroica, contrastó con el emotivo, enérgico y crispado mensaje del presidente Putin al informar al pueblo, en el cual adjudicó los más graves epítetos a los sublevados, fue como mínimo extraña. Al respecto, expertos se preguntan: ¿En qué punto del avance de los sediciosos de Wagner iban a actuar los defensores de la capital que nunca desplegaron fuerzas?

En el 1991, el órgano golpista estuvo integrado por Guennadi Yanáyev, vicepresidente de la URSS, y otra media docena de altos cargos, entre los que figuraban los ministros de Defensa, Interior y el jefe de la KGB. Como parte de aquel Comité Yanáyev, emitió un decreto por el cual se autodesignó “presidente en funciones de la URSS”, alegando que Gorbachov cesaba temporalmente por “enfermedad”.

Después de un recorrido iniciado en el 1985 cuando ante la crisis sistémica que afectaba a todas las estructuras del modelo socialista instaurado en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y el inmovilismo de los anteriores gobernantes, Gorbachov emprendió un proceso de reformas conocido como perestroika que abarcó todos los aspectos de la sociedad soviética que, finalmente se salió de control iniciándose la desintegración del país.

En el 1990, sucesivamente las repúblicas soviéticas de Lituania, Estonia, Letonia y Georgia declararon su independencia y seguidamente lo hicieron la propia Rusia y Ucrania. Ante ese acelerado proceso de disolución y el anuncio de que se establecería un nuevo tratado según el cual la URSS dejaría de existir, las contradicciones se profundizaron.

Confiado, a principios de agosto del 1991 Gorbachov viajó de vacaciones a Crimea. El 17 de aquel mes los conspiradores enviaron una comitiva para exigir a Gorbachov que decretara el “Estado de Emergencia” y renunciara, nombrando sustituto al vicepresidente Guennadi Yanáyev y así permitir que el Comité del Estado de Emergencia tomara el mando, a lo cual se negó. Tres días después los reformistas encabezados por Boris Yeltsin que ya no eran partidarios de Gorbachov, mediante acciones de masas, paralizaron el golpe, aunque, en lugar de reponer a Gorbachov, comenzaron a desmantelar el aparato del Partido y del Estado Soviético. Yeltsin asumió los poderes que había ejercido el Gobierno soviético. El 21 de diciembre de 1991, la URSS dejó formalmente de existir.

En una oficina en el Comité Central del Partido Comunista de Cuba un día de agosto del 1991, un reducido grupo de funcionarios del Partido nos dispusimos a presenciar por televisión la comparecencia de Guennady Yanáyev, quien presidia el Comité Estatal para el Estado de Emergencia, que presuntamente debería rescatar a la Unión Soviética del atolladero al que la habían conducido las reformas de Gorbachov.

Lo que apareció en la pantalla fue patético. En lugar de hablar, un tembloroso Yanáyev, balbuceaba y al referirse al paradero del líder soviético Gorbachov, mintió: “Mijaíl Gorbachov, dijo, está de vacaciones. Está recibiendo tratamiento médico. Después de tantos años y tanto trabajo..., necesita tiempo para reponerse”. La decepción fue enorme. El hombre que debía rescatar el mayor proyecto revolucionario en la historia de la humanidad era obviamente incapaz. La experiencia fue demoledora.

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