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Opinión

Deuda Eterna

R.G.Colom, periodista cubano-mexicano, expone la 'deuda eterna' que pocos tienen con Don Mario Renato Menéndez Rodríguez, fundador de Por Esto!

Los economistas llevan años hablando sobre la “deuda externa” de los países, mayormente de los subdesarrollados, los del llamado Tercer Mundo. Hoy prefiero hablar de la deuda eterna que no pocos tenemos con Don Mario Renato Menéndez Rodríguez, sobre quien hablaremos siempre en presente, porque los seres humanos hechos con su madera, que dedican su vida a cultivar el bien, la dignidad, la identidad y la soberanía, no fenecen jamás.

Gracias. Los pasajes, anécdotas e historias relacionadas con su vida y su obra pueden superar la más amplia de las antologías. Haber trabajado junto a Él durante muchos años, día tras día, me dejó el privilegio de haber conocido páginas inéditas de su paso por la Historia, no sólo de su México natal, sino de más allá de las amplias fronteras de esta nación que nos acogió con el corazón abierto, gracias, por supuesto, a su mediación.

Gracias. A quienes vinimos al mundo en el lugar donde pasó más de una década de su frondosa existencia, donde nació su hija, Alicia Menéndez Figueroa (su merecido relevo), nos convirtió en testigos de su laboriosidad, rigor, amor por el gremio y la profesión, confesiones y opiniones que hoy se revuelven como enigmas y ecuaciones vitales en la memoria histórica.

Martiano de raigambre pura, conocía y depuraba el pensamiento del Apóstol, como hijo pródigo, como quien poda el árbol de la creación de un Maestro de Maestros. Gracias.

¿Cuántos encontramos tu mano hermana y ejemplar en momentos difíciles? No puedo arriesgar una cifra. Tu trato y atención hacia quienes laboraban contigo es puro magisterio, más allá del humanismo y el desprendimiento humano. Pocos supieron de tu fi losa ironía, de tu acerado sentido del humor, de tu carcajada contagiosa. Gracias.

Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar, la llegada de otro amigo, dijo un bardo. Cierto: algo se muere en el alma, cuando un amigo se va; cuando un amigo se va y va dejando una huella, que no se puede borrar. Gracias. Sin embargo, su José Martí dijo algo tan poético como fríamente terrenal: La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida.

En el caso de hombres como tú, Don Mario, quedan tu legado de sacrificio y bondad, y una deuda eterna que no podremos pagar. Gracias. Cuenta con mi dolor, cuenta conmigo y con mi corazón; cuenta con un puñado de lágrimas y de amigos (y de oportunistas que desconociste); cosechero que fuiste del estrépito y del fusil, privilegio infinito de tu vida. Lo digo así por qué tu enérgica existencia, tu aura, fue riesgo y poema, amor y amistad. Gracias.

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