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Quintana Roo

Por Yolanda Gutiérrez

El final de la Semana Mayor podía hacer pensar que buena parte de los turistas nacionales que llegaron a Cancún con la intención de pasar estos días hayan retornado o estén a punto de regresar a sus lugares de origen, pese a lo cual, las playas más populares entre la ciudadanía reflejaron una excelente presencia de bañistas.

Aunque a primeras horas, la presencia de bañistas no era por demás representativa pese a que balnearios como Las Perlas reflejaban una gran afluencia de usuarios, pasado el mediodía el ambiente empezó a cambiar hasta el punto de que en algunos arenales de los que cuentan con ese servicio, era imposible encontrar una sombrilla disponible.

Playas tranquilas como Las Perlas, Langosta, Pez Volador y Tortugas, con sus aguas poco profundas, recibieron una mayor afluencia de infantes, puesto que los padres consideran que son mucho más seguras para sus hijos.

Y pasadas las 3 de la tarde, prácticamente no cabía un alfiler en los balnearios más populares.

Lo que provocó que un día más los automovilistas sufrieran lo indecible para poder dejar sus carros, en virtud de que los estacionamientos públicos se encontraban repletos, hasta el punto de que muchos usuarios optaron por parquearse en el primer sitio que encontrasen, hasta en doble fila, ocasionando molestias entre algunos usuarios que pretendían salir y se llevaban la sorpresa de que su unidad estaba bloqueada.

Situación similar se vivió en Tortugas donde, al igual que ha sucedido desde el pasado Jueves Santo, muchos vehículos quedaron estacionados en doble fila, ante la notoria falta de espacio.

Castillos y otras figuras elaboradas con la húmeda arena se encontraban por doquier a la orilla de la costa en los balnearios públicos más populares; los más pequeños chapoteaban con apoyo de salvavidas de todos tamaños, formas y colores, en tanto que otros más trajeron sus juguetes y muñecas favoritos, con los que disfrutaban plenamente, inventando improvisados juegos.

Fueron muchas las familias que, por haber llegado más tarde a los balnearios donde existe este servicio, encontraron ocupadas todas las palapas rústicas que se ofrecen sin costo alguno a los visitantes, razón por la que buscaron acomodarse bajo árboles y arbustos, donde los hay, al igual que a la sombra de edificios y construcciones colindantes con la arena.

Familias enteras descendían de los camiones de ruta, llevando consigo “hasta el perico”, mientras que otras, cuyo presupuesto probablemente era mayor, solamente cargaban las tradicionales bolsas de playa con todos los artículos necesarios para pasar un día frente al mar, sin olvidar el bloqueador y las toallas.

En Tortugas, ante la complacencia del personal que atiende los restaurantes, todas las mesas, camastros y sombrillas se encontraban ocupados por familias enteras, parejas y grupos de amigos, tanto locales como nacionales e incluso turismo extranjero.

Sobre las mesas, además de los alimentos y bebidas que se sirven en los restaurantes, muchas personas dispusieron fiambreras y otros trastes llenos de comida de todo tipo que prepararon en sus hogares, a fin de ahorrar un poco, puesto que les resulta más económico pagar por una mesa que adquirir lo que van a consumir en las palapas con servicio de cocina.

También se observó una gran presencia de bañistas entre las rocas que se encuentran al final de la playa, mientras que las sombras que proyectan los árboles y muros eran aprovechadas por las familias que llegaron primero y tuvieron la oportunidad de elegir dónde acomodarse.

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