Por Olivia Vázquez
Sólo en diez por ciento de la línea costera de Quintana Roo se ha logrado aminorar el efecto de la llegada masiva de sargazo a la región, con las acciones, proyectos y protocolos que han implementado hoteleros del destino para evitar mayores impactos a la industria turística. El resto del litoral de casi 480 kilómetros enfrenta el embate directo de esta alga masiva que arrasa con los ecosistemas, la vida biológica marina y la duna. Playas públicas, espacios costeros sin desarrollo, muelles y demás no tienen protección hasta que se asignen recursos para la contención y se haga efectivo el trabajo que tendría que hacer la Secretaría de Marina.
Científicos de la Comisión de Areas Naturales Protegidas (Conanp) y del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM en Puerto Morelos, expresan que la falta de un liderazgo en la toma de decisiones y las acciones que han sido encaminadas a sólo “espantar a las abejas sin atender el panal”, han diluido los esfuerzos que se requieren para enfrentar este fenómeno que no se sabe si mantendrá un comportamiento estable o si apenas empieza.
Es que si bien, las acciones de la hotelería han logrado mantener las playas concesionadas con cierto nivel de limpieza y recolección, en el resto del litoral se ha carecido de un plan concreto que permita la contención mar adentro.
Brigitte Van Tussembroeke, Eric Jordán y Maricarmen García Vélez, del Instituto y Conanp, respectivamente, señalaron que es importante un trabajo conjunto con todos los niveles de gobierno y el cuerpo científico y académico para desarrollar un plan integral de corto, mediano y largo plazo.
La investigadora Van Tussembroeke reconocía en torno a todo el desarrollo y seguimiento del sargazo que lamentablemente se ha tenido un vacío de liderazgo para atender el tema, así como señala que muchos de estos temas se han politizado sin que se tenga una coordinación real para atender el tema.
Ahora con la Secretaría de Marina, consideró que si bien puede darse ese trabajo de coordinación con la detección y remoción mar adentro de los bancos que se acercan a los destinos, finalmente es importante que se establezca una coordinación en todos los niveles de gobierno y que incluya a la iniciativa privada e investigadores para atender el tema de manera integral, pues se trata de un fenómeno creciente en los últimos años que requiere de acciones a corto, mediano y largo plazo.
Maricarmen García Vélez del Parque Marino de Puerto Morelos, señala que si bien los efectos que se están generando se ponen en la mira por afectar a la industria turística, lo cierto es que sus impactos son más severos en los ecosistemas de esta región del Caribe y ahora las acciones que se han emprendido, sólo son “para espantar las avispas, pero el avispero sigue acercándose a la región”.
Es fundamental, reconocen los biólogos y científicos, que se desarrolle un plan integral que no sólo atienda la contención dentro de mar, sino que se trabaje en todos los frentes para diluir los impactos que pudiera dejar este fenómeno en el sistema arrecifal, en la vida biomarina y sin duda en la actividad turística.
Hasta hoy, están de acuerdo hoteleros y científicos, los esfuerzos y proyectos como el protocolo de Puerto Morelos, o las acciones de boyado y limpieza que mantiene la hotelería han logrado mantener apenas el 10% de la línea costera, pero son más de 480 kilómetros los que requieren un monitoreo y acción conjunta y esta sólo se dará por medio de la coordinación de todos los niveles y bajo un liderazgo.