La palabra cáncer puede ser muy fuerte al principio, “cuando me entero que lo padezco, fue como sentir agua fría que recorría mi cuerpo; salí al estacionamiento, mis hijas estaban en el coche y sólo entré con ellas y lloré como nunca lo había hecho”, así fue como Francisca Soto Solís reaccionó cuando supo que padecía cáncer de mama, quien afortunadamente lo superó hace dos años y hoy es activista y forma parte de un grupo que ayuda a 150 mujeres de varios municipios en Quintana Roo que padecen la misma enfermedad.
Soto Solís invita a no tener miedo al padecimiento, sino a tener miedo de lo que puede pasar si no son atendidas.
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Francisca, una mujer de 49 años, fue diagnosticada con cáncer de mama en junio 2018. Todo comenzó cuando se disponía a tomar un baño, como parte de su rutina diaria se miraba al espejo y observó un pequeño bulto arriba del ceno derecho; al tocarlo no sintió dolor ni le ocasionó molestia alguna, sin embargo, cuando la revisaron le dijeron que cabía la posibilidad de padecer cáncer.
“Al principio no entendía por qué me estaba pasando esto, soy una persona que siempre ha hecho ejercicio, no tomo, no fumo, nunca he tomado drogas, es más, yo no me desvelo”.
De manera inmediata le realizaron una biopsia y un sin fin de estudios en un hospital privado de Cancún; cuando le confirmaron el padecimiento, en seguida se realizó ocho quimioterapias, después le dijeron que se tenía que hacer una cirugía de cuadrante, donde sólo le iban a retirar un cuarto de la mama. Gracias a las quimioterapias el tumor perdió tamaño.
Cuando comenzó con el tratamiento resultaron los efectos secundarios, al principio sólo se sentía mal, después perdió las ganas de levantarse de la cama, no quería recibir visitas, la luz le parecía molesta, sentía dolor, náuseas y ganas de dormir todo el tiempo, se le cayó el cabello, las pestañas y las cejas, pero eso pasa a segundo término cuando se quiere vivir y eres el soporte de tu familia.
Por cuestiones económicas tuvo que dejar su tratamiento en el nosocomio privado para ingresar al Hospital de Especialidades Número 17 del Instituto Mexicano del Seguro Social en Cancún, donde le dieron seguimiento con tres quimioterapias más que le hacían falta; el día que llegó la cirugía le sugieren que se realice una mastectomía radical, es decir que se retire todo el seno y eso fue un golpe muy fuerte para ella.
En ese momento lloró todo lo que tenía que llorar y se prometió que lo único importante era vivir para estar bien con sus hijas, después de la operación tuvo que someter a su cuerpo a 25 radiaciones en Mérida, lo cual ayudó para erradicar la enfermedad, sin embargo, tiene que asistir a chequeos médicos cada seis meses, ya que los doctores le explicaron que existe la probabilidad que los pacientes que padecieron cáncer vuelvan a recaer.
“Esto es un proceso fuerte, pero tienes de dos, o tomas las cosas de la peor manera o las tomas de la mejor manera, la buena actitud es un factor importante para salir delante de esta enfermedad que llega sin avisar”.
Actualmente es administradora de un grupo llamado “Saber vivir Saber amar”, donde la principal ayuda es la parte emocional, ya que es una pieza angular para que todo surja de la mejor manera.
Por Angélica Gutiérrez