Por Luis Enrique Cauich
ISLA DE HOLBOX, LÁZARO CÁRDENAS, 26 de marzo.- Desde los embates del huracán “Wilma”, Holbox no había tenido tanta tranquilidad en sus calles y en sus playas, hasta que la pandemia del COVID-19, obligó a los habitantes a blindarse y prácticamente y retirar a casi todos los turistas nacionales y extranjeros de este paraíso lazarocardense, que hoy en día, tiene un merecido descanso tras el incontrolable desarrollo al que ha sido sometido.
Holbox, era una isla de ensueño, hogar de pescadores, en donde se podía escuchar el canto de las aves, el arrullo de las olas y disfrutar de la paz y la tranquilidad que solía ofrecer a sus pobladores, que recorrían sin preocupación alguna esas blancas calles, que hoy lucen solitarias por el temor que causa el COVID-19.
Desde los embates de “Wilma” en el 2005, “no se respiraba tranquilidad en Holbox”, externan los habitantes que hoy pueden apreciar las playas libres de turistas, sin el ruido de carritos de golf o taxis, sin el bullicio de los visitantes y establecimientos que trabajan hasta la madrugada.
Holbox había tenido un crecimiento acelerado, sin control alguno y hasta hace unas semanas atrás, los permisos de construcción de la Semarnat se continuaban liberando, a pesar de que la isla ya no da para más, aseguran los lugareños que se preparaban para tomar medidas en contra de las autoridades responsables.
Problemas de basura, robos, además del colapso al que estuvo a punto de caer Holbox hace un par de años, son algunos de las quejas que ha arrastrado esta isla que dejaba ya su encanto por la sobreexplotación a la cual es sometida y que hoy tiene un respiro a causa de una pandemia.
Los turistas ya fueron desalojados de la isla, se les ha prohibido el ingreso porque permanece blindada, y aunque ahora las calles lucen solitarias, se respira tranquilidad, también hay miedo y los habitantes prefieren permanecer en casa la mayor parte del día, sólo unos cuantos, se atreven a acudir a las playas por las tardes.