Por Santos Gabriel Us Ake
El coronavirus Fase 3 ocasionará un gran problema y “sólo Dios sabe cómo vamos a terminar porque no podemos salir”, dijo con mucha tristeza y desesperanza doña Catalina Alcudia Rodríguez, habitante de El Pedregal, donde vive con su hijo, y aún recuerda que hace seis meses asesinaron a su esposo.
Ella vive en la casa de su yerno en el sitio llamado “La Glorieta” de la colonia irregular El Pedregal, donde habitan las familias de escasos recursos de Cancún, donde no hay esperanza de solución a los graves problemas, a tal grado que doña Catalina Alcudia Rodríguez, con la mirada triste expresó su deseo de regresar a su tierra natal Sánchez Magallanes, de donde salió hace 12 años para buscar mejores condiciones de vida en este centro turístico.
Su esposo, don Pedro Panti de la Cruz, fue asesinado el 11 de octubre de 2019 en su centro de trabajo donde era velador, y su ahora, viuda lamenta mucho ese suceso porque él era una persona muy buena y no le hacía mal a nadie, y en vida le gustaba criar patos y gallinas en el patio del terreno de su yerno.
Una botella de miel invadida por hormigas, una mesa de madera rústica, un molino de mano, una olla tiznada, un fogón, entre otros utensilios de la cocina al aire libre, además de tres patos, forman parte del pequeño patrimonio de doña Catalina Alcudia, de 63 años, quien con la mirada de angustia recordó: “desde hace seis meses estoy solita, se fue mi compañero”.
Poco después llegó su hijo en bicicleta, quien trabaja de agente de seguridad privada, rápidamente comentó que su padre fue muy bueno, también con la tristeza en el rostro entró a la casa, quien junto con su madre siente el dolor de la falta de don Pedro Panti de la Cruz, aunado a la angustia que causa en estos momentos el riesgo de contagio de coronavirus.
Ella dijo estar enterada de la declaratoria de la Fase 3 a pesar de que su hogar se encuentra casi al final de la calle principal de la colonia irregular El Pedregal, un acceso de terracería rodeada de varios predios baldíos y oscuro durante las noches porque no hay alumbrado público, lejos de las tiendas, pero agradeció que sus hijos la apoyan con un poco de despensa.
Ella quedó económicamente desamparada porque la empresa no indemnizó a su esposo, a pesar de que fue asesinado cuando cumplía con cuidar los bienes del establecimiento donde laboraba, y ahora dijo que “solamente Dios sabe cuándo abarcará esta pandemia, y quiere trabajar aunque sea de hacer limpieza, pero ahora no se puede porque piden no salir de casa y hay que obedecer”.
En otras colonias de la ciudad de Cancún viven sus cuatro hijos e hijas, más otros tres en el estado de Tabasco, todos con familias propias, pero no se olvidan de ella porque la apoyan y están pendientes de que no le falte el alimento diario, aunque la tristeza y la angustia no pueden desaparecer en su totalidad.