Suman 48 decesos por COVID-19 o causas relacionadas con la enfermedad en niñas, niños y adolescentes quintanarroenses, según el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP); así como 11 no nacidos que murieron en el vientre de su madre junto con ella por esta enfermedad en lo que va de la pandemia, de acuerdo con el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave).
La tarde del 15 de agosto, María “K”, de 25 años, con 36 semanas de embarazo, comenzó a convulsionar en su casa de Chun-On, en el municipio de Felipe Carrillo Puerto, un día después murió intubada en el Hospital General de Playa del Carmen, sin que sus padres pudieran llevarse el cuerpo de su hija y su nieta, pero por tradición será hasta el próximo año cuando la ofrenda y su foto sea puesta en el altar, así como la veladora para su nieta nonata.
La tradición señala que las personas que murieron un mes o un poco más antes del Día de Muertos, no acuden a la ofrenda en su honor, pues no tienen permiso para hacerlo y son ayudantes de las otras ánimas que sí cruzan hacia el mundo de los vivos, señala un resumen sobre el Día de Muertos elaborado por la Universidad Autónoma del estado de Hidalgo.
María “K” mantenía un embarazo normal, afirma su madre Reyna, y ningún integrante de la familia presentaba síntomas del COVID-19. “Ni mi yerno, ni mi nieto, ni nosotros, y es que todos compartían la misma casa habitación, por lo que cuando presentó convulsiones mi hija no imaginamos que fuera ese bicho”, como ellos llaman al coronavirus, por lo que al ser trasladada al hospital pensaron que se trataba sólo de una complicación del embarazo, ya que no llevaba un control prenatal y sólo necesitaba atención médica, “pero ya no salió del hospital, ya no pudimos verla ni despedirnos de ella, los doctores dijeron que era COVID-19”.
Como María “K”, tres mujeres más murieron por COVID-19 en agosto, septiembre y octubre, por lo que junto a los 19 niños, niñas y adolescentes que fallecieron por esta enfermedad o alguna causa relacionada con ésta, tendrán que esperar hasta el próximo año para poder volver a ver a sus seres queridos en la tierra y poder degustar el pibipollo o las ofrendas que sean puestas en su honor dentro del altar de muertos o Hanal Pixán, como se llama en la cultura maya, propia de Quintana Roo. “Este año dice la costumbre que no puede pasar mi hija, pero el próximo le vamos a poner su cochinita y pozol que tanto le gustaba, así como el dulce de papaya y su perfume favorito” argumentó la madre de María “K”.
Entre las principales causas de fallecimiento, según el INSP y el Sinave, se encuentran la obesidad, asma y las enfermedades crónico degenerativas, padecimientos que incrementan los riesgos de mortalidad en caso de contagiarse de coronavirus, sobre todo cuando no existe control sobre los mismos, como fue el caso de María “K”, quien no llevaba un control prenatal ni había sido vacunada contra el COVID-19, causas que de manera indirecta se pueden asociar a la situación general de la emergencia sanitaria debido al deterioro del organismo, que se combina con el factor de ser infantes o mujeres gestantes.
Según la tradición de los antiguos mayas, el cielo es una pirámide de 13 niveles, explica Roberto Martínez González, investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en su estudio “Las entidades anímicas del pensamiento maya”, la tierra es como una plancha cuadrangular y el inframundo una pirámide invertida de nueve cuerpos y en el centro donde conectan los tres niveles se encuentra la ceiba, árbol sagrado de los mayas, el cielo está destinado para los que morían en la guerra y posiblemente a las mujeres que morían en el parto, niñas y niños”, describe el investigador.
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JCL