Al igual que todas la ciudades de la República Mexicana, Chetumal es un lugar que esconde muchas historias que son transmitidas de generación en generación y que trascienden a lo largo de los años.
Tal es el caso de la Leyenda de La China, un relato un tanto extraño que despierta la curiosidad de los foráneos y que es contada cada que se acercan las fechas de Halloween y Día de Muertos y que es representativa de la capital del estado de Quintana Roo.
La China, era una persona de origen coreano de nombre María Chun, que había llegado a México a vivir, primero al estado de Yucatán y posteriormente, decidió instalarse en la ciudad de Chetumal para pasar el resto de sus días ahí.
Tanto así, que desde muchos años antes de morir, por alguna extraña razón dejó listos todos los preparativos para su funeral y su última morada, pues al no contar con familiares, ella creía que nadie la iría a visitar y no habría quien se ocupara de todo ésto, cuando ella ya no estuviera.
Lo extraño de estas acciones, es que ella visitaba su propia tumba constantemente para darle mantenimiento, cual si fuera el recinto de un familiar muy querido, sólo que en este caso, nadie residía en él.
Según cuentan, en varias ocasiones, llegó a prestar su féretro a algunos vecinos que sufrían pérdidas imprevistas y posteriormente le reponían el ataúd.
Incluso se dice que ella mantenía su ataúd, postrado en una esquina de su tienda de abarrotes donde las personas que entraban sentían terror al verlo ahí, como si de cualquier objeto ordinario se tratara.
La China murió el 19 de septiembre de 1966 y en su última morada en el panteón de la ciudad de Chetumal, se puede observar un busto que según cuenta la leyenda, ella misma mando a hacer para el que sería su hogar por el resto de la eternidad.
Con información de El Universal
MA