Ante la imperante necesidad de ayudar a sus padres en la economía del hogar, menores de edad en situaciones de riesgo se ganan la vida vendiendo en las calles y en las playas de la isla de Cozumel sin que alguna autoridad haga algo al respecto.
Todos los días desde temprana hora, Miguel de 12 años y Juan de 10 se paran en uno de los semáforos de la ciudad para tratar de vender sus periódicos y ganarse unos pesos; Miguel dice que vende entre 20 y 25 ejemplares todos los días y a cada uno le gana dos pesos, algo así como 50 pesos al día, dinero que le sirve para sus gastos personales o para ayudar en la comida en el seno familiar.
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Juan por su parte también vende la misma cantidad de periódicos con tal de conseguir unos pesos para sus propios gastos. Ninguno de los dos estudia debido a que no cuentan con el servicio de Internet en casa, menos con las herramientas tecnológicas, prefieren trabajar.
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De igual manera, se ha visto que menores de edad venden chicharrones o saborines en los diferentes balnearios al norte de Cozumel. El problema es que son menores de edad que ponen en riesgo su integridad. Al tratar de entrevistarnos con directivos del Programa de Atención al Menor y Adolescente en Riesgo (Pamar) del Sistema DIF Cozumel, obtuvimos muy poca respuesta.
No se les puede llamar niños de la calle porque tienen familia y sus condiciones son muy heterogéneas, pues son infantes que pasan todo el día en la calle, pero duermen en casa. Dos de las causas que podrían estar orillando a estos pequeños a salir a las calles es la falta de un empleo fijo de sus padres y tratan de ayudar con la economía del hogar, pero no deja de ser un riesgo para ellos, pues no hay que olvidar que seguimos en Semáforo Amarillo y el virus sigue vigente.
MA