Con el fin de recordar La Pasión y Muerte de Jesús, la grey católica se congregó en diferentes puntos de Felipe Carrillo Puerto y en cada una de las ocho capillas que funcionan en la cabecera municipal para “pedir al creador clemencia para mitigar las penas de un pueblo que sufre de diferentes maneras”.
Los viacrucis arrancaron en cada una de las ocho iglesias con que cuenta la ciudad y se delimitó un recorrido en el perímetro cercano a ellas en el que los Cristos, los modernos Cristos, de tenis y pantalón de mezclilla cargaban una cruz añosa de madera de cedro, una cruz hecha de penas, de amarguras y de tristezas.
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Cada uno con su cruz a cuestas, “la cruz imaginaria que exige humildad, mansedumbre, bondad y perdón, valores esos ya escasos entre la sociedad de hoy”, según relataba la religiosa que encabezaba la singular marcha que prácticamente rodeaba la manzana en la que se encontraba cada una de las iglesias…
“Perdona a tu pueblo señor, perdónale…”, era la letanía principal que llevaba implícita la petición para redimir el mundo. El grupo de hombres, mujeres y niños avanzaba arrastrando los pies y reflexionando sobre su vida cotidiana, siguiendo la cruz de madera; el viacrucis avanzaba lento, marcando este año especialmente difícil para la sociedad en su conjunto y los católicos no han sido la excepción.
“A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo, por que espero tu misericordia” repetían una y otra vez los feligreses, quizá con más fe que nunca, mientras acompañaban el viacrucis de este año, concluyendo ese recorrido corto en distancia, pero, de acuerdo con éstos, largo en culpas y penas, con ese cántico que resonó en todos los rincones de la ciudad y que repetían al unísono: “Si el grano de trigo no muere solo quedará, pero si muere, en abundancia dará un fruto eterno que no morirá….”
MA