Detrás de la imagen adorable y amigable del delfín que nada junto a un grupo de visitantes está la explotación de mamíferos marinos en cautiverio con un único fin: el entretenimiento, una industria millonaria con poca o nula vigilancia por las autoridades competentes que se sostiene del sufrimiento animal.
Todos los aspectos de la vida de los cetáceos están controlados y restringidos, permanecen en tanques de concreto, hacen trucos para diversión de turistas e interactúan con gente para obtener comida. Los delfinarios están dedicados a la explotación comercial y diversión, sus objetivos están alejados de la educación y la conservación.
La representante de Empity the Tanks- Capítulo México, Mariel Tejeda Bravo, señala que hay una investigación de la industria del cautiverio de delfines dentro del país desde 2017. En el territorio nacional hay 31 delfinarios, 18 se localizan en Quintana Roo que mantiene a 400 ejemplares de mamíferos marinos como delfines, lobos marinos y manatíes. La actividad turística es el factor que promueve este tipo de explotación a gran escala.
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Los delfinarios no están diseñados para albergarlos en condiciones de bienestar, sino para dar comodidad a los usuarios y personas encargadas de su cuidado. Los estanques de concreto en locaciones con piscinas tienen dimensiones y características que favorecen el estrés, cacofonía y estereotipias.
En libertad los delfines nadan diariamente entre 95 y 160 kilómetros y pasan 80 por ciento del tiempo en aguas profundas; en cautiverio siempre están en la superficie, flotan inmóviles y ruegan por comida. Estos cetáceos son animales depredadores, sin embargo en los delfinarios se les alimenta con peces muertos, que al ser congelados pierden nutrientes y agua, así que a menudo se encuentran deshidratados y necesitan suplementos suministrados en bloques de gelatina.
A pesar de estas evidencias, los turistas están dispuestos a pagar desde los mil 600 pesos para grupos de 10 personas por 30 minutos, hasta ocho mil por una experiencia en solitario. La publicidad de una empresa dedicada a esta actividad reza: “Si quieres disfrutar de un nado con delfines individual, sin prisas y personalizado, esta interacción es para ti. Podrás tocar, besar y abrazar al delfín, así como pasear con él...”.
Fuentes de la industria del cautiverio en México informaron que el límite de personas que pueden interactuar con delfines se excede en la temporada alta. Esta presión puede provocar un ataque, ya sea por mordedura o golpes, debido a que no sólo padecen la pérdida de la libertad, sino también del control de todas sus actividades como nadar, protegerse o comer; lo que puede generar reacciones violentas en esta especie.
Los delfinarios ocultan este tipo de irregularidades y no los reportan a las autoridades para evitar pérdidas económicas o cuestionamientos de las asociaciones protectoras de los derechos de los animales. Hay registros de ataques recientes, como el que sucedió en Cancún el 1 de diciembre de 2019, cuando dos delfines mordieron a una menor de 10 años y la arrastraron hacía el fondo del tanque, pero el incidente no pasó a mayores.
Empleados de la industria han revelado que es durante la temporada alta de turismo, cuando los delfines están obligados a trabajar más horas y con más personas, por lo que se vuelven agresivos. Para evitar ataques a los visitantes, se les suministra valium, una droga para tranquilizarlos.
No informan mortandad
En una carta abierta dirigida a la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, el 22 de junio, la asociación Empity the Tanks-Capítulo México aseguró que por medio de la Plataforma Nacional de Transparencia se solicitó datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) sobre mamíferos marinos muertos en delfinarios bajo el régimen de Predios o Instalaciones que Manejan Vida Silvestre (PIMVS) o Unidad de Manejo Ambiental (UMA) en México, la respuesta fue una lista parcial que dice que 54 delfines murieron entre 2007-2017.
La contestación no contenía información reciente, además que los datos son únicamente estadísticos. La autoridad permite esta irregularidad al considerar que los delfinarios están exentos de proporcionar información debido a un acuerdo de confidencialidad por secreto comercial e industrial que el gobierno tiene con ellos.
Sin embargo, con los pocos datos obtenidos se concluyó que los mamíferos murieron por neumonía, shock séptico, infección por hongos, asfixia, ataques cardíacos, estrés crónico, cáncer, insuficiencia renal y hepática, ahogamiento, ruptura de la vejiga, intoxicación por medicamentos y golpes.
Vacío legal
El 26 de noviembre de 2019 entró en vigor la Ley de Protección y Bienestar Animal del Estado de Quintana Roo, cuyo decreto incluye la prohibición de corridas de toros y peleas de gallos; aunque menciona a los delfines como sujetos de protección, existe un vacío sobre las medidas de regulación o prohibición de su cautiverio. En cambio, la Ley General de Vida Silvestre señala que “ningún ejemplar de mamífero marino, cualquiera que sea la especie, podrá ser sujeto de aprovechamiento extractivo, ya sea de subsistencia o comercial, con excepción de la captura que tenga por objeto la investigación científica”.
Después la prohibición de capturar ejemplares en vida libre en 2005, los delfinarios comenzaron a reproducir a los ejemplares en cautiverio con métodos invasivos e inseminación in vitro, con resultados poco exitosos en los primeros años, ya que las madres de delfín ahogaban a sus propias crías por las condiciones de estrés y mal manejo.
La necesidad de nuevo y diverso material genético pone en riesgo las capturas de delfines para obtención de semen como trataron de hacer la empresa Dolphinaris en 2019 en la Laguna de Términos, Campeche; sin embargo, organizaciones civiles lo impidieron y denunciaron, así mismo la Universidad del Carmen no volvió a firmar convenio con organizaciones privadas que capturaban de delfines.
La meta de Empity the Tanks es “que los delfinarios se conviertan en santuarios de rehabilitación y de reintegración a su hábitat. Ya que tenerlos encerrados todos los días encerrados en una jaula es indignos y cruel.”
JCL