Esta leyenda maya habla de un hombre de buen corazón, pero que no era feliz, motivo por el cual tomó la decisión de vender su alma al diablo con la intención de cambiar esto. En su desesperación invocó a Kizín (diablo) y al tenerlo frente a él le expresó su deseo quien aceptó con gusto, pues le atraía la idea de llevarse el alma de un hombre bueno.
Sin embargo, el hombre pensó una manera de engañar a Kizín y pidió a cambio de su alma que le cumpliera siete deseos que serían para cada día de la semana.
Durante el primer día pidió dinero y sus bolsillos se llenaron de oro. Durante el segundo pidió salud e inmediatamente la tuvo en perfectas condiciones.
El tercer día su deseo fue tener comida y acto seguido comió hasta reventar. Para el cuarto día pidió mujeres y se vio rodeado de las más hermosas.
Finalmente, para los últimos tres días, pidió poder y le fue concedido vivir como un cacique, pidió en el sexto día, viajar y un parpadear se encontró en muchos lugares diferentes.
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Una vez consumados casi todos sus deseos, el Kizín le dijo que pensara en cuál sería el último, a lo que el joven respondió que sólo quería que le ayudara a satisfacer un capricho.
Ya con la intención de engañarlo, el hombre pidió a Kisín que lavara los frijoles negros que tenía hasta que éstos se volvieran blancos, sin embargo, el diablo lo intentó hasta el cansancio y al ver que éstos no cedían, dijo: “Este hombre me ha engañado, y perdí un alma. Para que esto no me vuelva a suceder, de hoy en adelante, habrá frijoles negros, blancos, amarillos y rojos”.
MA