“Tenía unos 13 años cuando abrí mi cuenta de Facebook y un señor que no conocía, de unos 30 o 40 años, me envió un video masturbándose. Fue lo más repugnante; lo bloqueé inmediatamente y me creé una nueva cuenta”.
Es la historia de Jhoanna, quien, como el 47.1 por ciento de mujeres de 12 años y más en Quintana Roo, ha enfrentado insinuaciones o propuestas sexuales en Internet.
Datos del Módulo sobre Ciberacoso del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) refieren que el número de denuncias de esta índole en los últimos 12 meses colocan a la entidad en el segundo lugar en el ámbito nacional, sólo por detrás de Sonora, que acumula el 47.5 por ciento.
“Sufrí ciberacoso por parte de un tipo que vive cerca de mi casa. Sin saber mi nombre, me encontró en Facebook; me mandaba mensajes para pedirme que saliéramos, sin que yo le hubiera respondido la solicitud de amistad. Un día me esperó en la parada del bus e insistió en acompañarme a mi casa. Me siguió y se detuvo hasta que le dije que iba con mi novio. Aunque lo bloqueé, se hace más cuentas y me sigue mandando mensajes para pedirme oportunidades de salir. Incluso me llama en la madrugada; es muy molesto”, narra Fer, otra de las víctimas.
El ciberacoso o acoso cibernético se refiere a la situación en que una persona es expuesta repetidamente y de forma prolongada a acciones negativas con la intención de causar, o tratar de causar, daño o molestias, por parte de una o más personas usando medios electrónicos tales como el teléfono celular e Internet.
Entre las situaciones más comunes del ciberacoso se encuentran recibir llamadas y/o mensajes ofensivos, con insultos o burlas; que una persona publique información personal, como fotos o videos (ya sean falsos o verdaderos) para dañar a otra; ser criticado por la apariencia (forma de vestir, tono de piel, peso, estatura, etc.) o clase social; recibir insinuaciones o propuesta de tipo sexual que incomodan o molestan al receptor; la usurpación digital de identidad para enviar información falsa, insultar o agredir a otros en nombre de otra persona; ser contactada (o) por medio de nombres falsos para molestar o dañar; ser vigilado en sitios o cuentas de internet; recibir provocaciones en línea para que reaccionen de forma negativa y recibir fotos o videos de contenido sexual no solicitados.
En México, el 75 por ciento de la población de 12 años y más estimada por la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) utilizó internet en cualquier dispositivo en los últimos tres meses. Esto representa que un millón 102 mil 808 personas en Quintana Roo tuvieron conexión, 554 mil 712 hombres y 548 mil 96 mujeres.
De esta población, el 25.7 por ciento reportó haber sufrido algún tipo de ciberacoso en el periodo comprendido entre octubre de 2019 a noviembre de 2020, cuando se realizó la encuesta. Esto coloca a la entidad en el cuarto lugar a nivel nacional de prevalencia, superado por Colima, Tabasco y Tlaxcala.
Las situaciones experimentadas con mayor frecuencia por parte de la población de mujeres que ha vivido ciberacoso fueron: recibir insinuaciones o propuestas sexuales (35.9 por ciento), contacto mediante identidades falsas (33.4 por ciento) y recibir mensajes ofensivos (32.8 por ciento); mientras que para la población de hombres que han vivido ciberacoso fueron: contacto mediante identidades falsas (37.1 por ciento), recibir mensajes ofensivos (36.9 por ciento) y recibir llamadas ofensivas (23.7 por ciento)
Estas situaciones se acentuaron durante el confinamiento por la pandemia de COVID-19, que inició en marzo pasado y es cuando las personas pasaron mayor tiempo en casa y el acceso al internet fue mayor.
“Tuve que mudarme de casa. Yo seguía un grupo de peinados en Facebook. Un tipo me envió un mensaje preguntándome si quería ver su v…, que yo le gustaba; lo bloqueé, pero abrió otras cuentas para seguirme hostigando”, cuenta Mariana.
Según el reporte, en el 57.8 por ciento de las situaciones de ciberacoso experimentadas no se identificó a las personas acosadoras, en 24.5 por ciento se logró detectar sólo a personas conocidas; mientras que en 17.8 por ciento se identificó tanto a personas conocidas como a desconocidas.
En los casos en los que se logró identificar al acosador, el 19.3 por ciento reporta que era un conocido con el quien no tenían relación directa; el 16.6 por ciento se trató de amigos; los compañeros de clases o de trabajo representan el 9.7 por ciento, el exnovio (a) o expareja el 6.4 por ciento y 4.6 por ciento fue un familiar directo. El 52.6 por ciento restante fue de personas desconocidas.
“Me empezaron a llegar mensajes diciéndome que soy una pu…, pero no les tomé importancia. Pasó un mes y se hicieron más constantes. Un día mi esposo me preguntó si no me habían llegado textos porque a él sí y le conté. Cada día eran peor, siempre fuertes, humillantes, pero sólo llegaban en el tiempo en el que mi esposo estaba en el trabajo, cuando él descansaba, no había mensajes.
“Crearon una cuenta de Facebook con mi apellido, el de mi esposo y un amigo con quien supuestamente engaño a mi pareja. Subieron fotos nuestras y desde ahí me decían que me iban a exhibir, que todos se iban a enterar de lo que soy, que iban a golpear a mi esposo, que lanzarían piedras a mi casa y escribirían en los autos que soy una pe… Puse una denuncia por ciberacoso y cuando rastrearon la cuenta, descubrieron que estaba cerca de mi domicilio”, dice Ana, quien sospecha que su marido es el responsable de amedrentarla.
CG