“Yo tengo mucho miedo de regresar a la escuela, mi abuelita murió porque tenía COVID, ella se cuidaba mucho pero a mi mamá le volvió a dar y cuando iba al hospital a llevar las cosas que le pedían se contagió”, comento para Por Esto! Liss, una pequeña ahora de 14 años de edad; ella siempre fue consiente de los riesgos de ser posible portador del coronavirus, lamentablemente también conoce las mortales consecuencias del mismo.
Hace un año entrevistamos a 10 niños de entre siete y 13 años de edad, quienes platicaron con este medio lo que para ellos era el COVID-19 en Quintana Roo. En esta ocasión se logró contactar a seis de ellos y cuentan cómo ha sido el “Quédate En Casa”; del resto de los pequeños se pudo saber que poco a poco han retomado su vida como lo era antes del confinamiento.
Mia ya cumplió ocho años, en esta ocasión salió con sus papás y su hermana a comer pastel, a diferencia del año pasado cuando recibió sus felicitaciones a través de llamadas telefónicas, ella quiere regresar a la escuela en Cancún porque quiere ver a sus maestras y amigos, el estar tomando clases a distancia la ha hecho sentirse triste, practican las medidas sanitarias, ya que supo que su mamá enfermó y tuvieron que aislarla en una recamara dentro de casa; ella sigue pensando en una canción cuando escucha la palabra coronavirus.
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Lalo actualmente tiene 11 años, aún recuerda a su tía quien perdió la vida a consecuencia del COVID-19; aunque dentro de su familia no se han dado más contagios, no deja de pensar que su papá, quien es policía, pueda llegar a contraerlo y ser parte de las estadísticas mortales. El confinamiento ocasiona que a veces llore de noche, ya que sus padres no lo dejan salir a jugar como a otros niños, él creía que solo se trataba de una enfermedad que le daba a la gente adulta y se desahoga en silencio porque sus amigos no lo escuchan cuando les pide que se cuiden.
Leo cumplió nueve años y los festejó junto a sus tíos que cuidan de él y su hermanita la cual pertenece al grupo vulnerable; lo bueno del confinamiento ha sido el aprenderse las tablas de multiplicar e incluso hay ocasiones en que su tío de noche los lleva a dar un paseo en carro, eso sí, nadie baja y solo manejan escuchando y cantando canciones, él se da cuenta que van a salir cuando su tía comienza a preparar sándwiches o fruta para que coman en el camino, “yo veo a mucha gente afuera en los puestos y siento raro, que solo nosotros nos cuidamos y así no se va a acabar el COVID”.
Violeta recientemente cumplió 11 años, el año pasado su fiesta se canceló, en esta ocasión pasó su día junto a su abuelita y sus primos y eso la hace sentir feliz, ha sentido que las clases en línea son buenas porque aún tiene miedo de salir a la calle y puede estar tomando clases incluso con una de sus gatitas cargando, pero también quiere regresar a las aulas para ver a sus viejos amigos y conocer nuevos, su papá no creé en el virus aun cuando fue portador del mismo, mientras pasaba la enfermedad aislado, ella le pedía que se cuidara mucho para que no se lo llevaran al hospital, a la fecha le pide que se siga protegiendo y se aplique la vacuna anticovid por un posible nuevo contagio, lamentablemente por sus creencias religiosas esto no ha sido posible.
Mildred a sus 12 años de edad, se siente muy emocionada por vivir la experiencia de estar en la secundaria, ella asistirá a clases presenciales en Cancún con la nueva normalidad hibrida, unos días le tocará asistir y otros días continuara poniéndose al día en línea, ella está consciente de los riesgos pero también creé que no es sano estar todo el tiempo encerrados y menos en la etapa del crecimiento, su papás pertenecen al grupo de riesgo.
Liss ya cumplió 14 años, para esta pequeña el virus ha cambiado completamente su vida, el año pasado cuando la entrevistamos, su mamá era portadora del virus y se encontraba aislada, a los pocos meses volvió a dar positivo y estuvo 23 días hospitalizada, ella se quedaba al cuidado de su abuelita y su padre tenía que salir a trabajar.
Cuando su mamá iba a ser dada de alta, su “abue” como ella la llamaba, tenía que estar yendo al hospital para ver lo del traslado en ambulancia, contratar un tanque de oxígeno entre otras cosas, la misma tarde que la mujer que le dio la vida iba a regresar a su lado, su abuelita fue retenida en el mismo hospital debido a las complicaciones que presentaba para respirar, dos días después perdió la vida, “Ahorita venimos chiquita voy por tu mamá no te salgas” son las últimas palabras que recuerda de su “abue”, al siguiente día, su papá llego cargando la urna con las cenizas y una foto, “mucha gente no creé en el virus y eso está mal y me molesta porque son los que nos contagian, yo no pude despedirme de mi abuelita” finalizó Liss.
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CG