Jorge era un niño como cualquier otro a su edad: saltaba, jugaba y tomaba clases; tenía días complicados, como cualquier menor que entra a la adolescencia; había materias que le gustaban y otras no. El COVID-19 no sólo lo obligó a permanecer confinado, sino también le arrebató a una de sus personas más queridas: su padre.
A partir de la muerte del hombre que le dio la vida, Jorge, de 12 años, comenzó a tener bajo rendimiento escolar y entró en una profunda depresión, que alertó a su mamá para que buscara ayuda especializada.
Noticia destacada
'Tengo miedo de regresar a la escuela': Niños de Cancún cuentan qué significa el COVID para ellos
El caso del menor originario de Chetumal, es parte de las 110 solicitudes que la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) recibió en 2020 desde Quintana Roo, lo que posiciona a la Entidad en el cuarto lugar a nivel nacional en cuanto a casos de niños con depresión y ansiedad. Se ubicó sólo detrás de Ciudad de México, con 187; Nuevo León, 159 y Baja California Sur, 133; el Top 5 lo completa Jalisco, con 103.
“El menor no podía conciliar el sueño a sus 12 años y sufría ansiedad que le dejó el no poder despedirse de su padre, quien era lanchero y se contagió durante sus actividades diarias, cuando su papá murió tuvo que ser incinerado y no lo volvió a ver, por lo que no quería entrar a sus clases en línea sin tener ganas de llorar”, contó Sofía Sánchez, coordinadora de acompañamiento de Redim.
La madre del menor se comunicó con la dependencia para solicitar ayuda psicológica, pues Jorge se mostraba agresivo y no quería salir de su casa por ningún motivo, además de que empezó a tener dolores de cabeza recurrentes.
“Llegó con nosotros para tener terapias psicológicas con nuestros especialistas, el duelo que sufren los niños es muy distinto al de los adultos, porque a veces no comprenden lo que significa la muerte o el perder a un ser querido, ahora está todavía con nosotros y toma sus terapias”.
Para la especialista, los menores que tuvieron pérdidas familiares a raíz de la pandemia por coronavirus enfrentarán problemas de adaptación en los centros escolares y en su relación con sus compañeros, pues muchos de ellos podrían ser agresivos o estar deprimidos y tener un rendimiento bajo.
“Los maestros tendrán que prestar atención al comportamiento de sus alumnos, muchos de ellos tuvieron pérdidas familiares y viven el duelo de los decesos a su alrededor, por lo que podrían ser agresivos o tener un rendimiento menor al esperado”, puntualizó García.
Clases presenciales mitigarán casos
La Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) reveló que 58 por ciento de niños de Quintana Roo sufrió ansiedad y frustración durante las clases a distancia en 2020; sin embargo, la vuelta a las aulas de forma presencial en el Estado reducirá 30 por cientos la ansiedad y frustración en menores, pues el relacionarse nuevamente con sus compañeros y maestros los ayudará a tener un mejor desenvolvimiento emocional, esto de acuerdo con datos del centro Astronauta Emocional.
Lizbeth García, psicóloga y fundadora del centro, aseguró que los niños en Quintana Roo enfrentarán una fase de transición de estar en casa todo el tiempo a volver a relacionarse con más de cuatro personas que son las que conforman una familia nuclear, por lo que pidió a las instancias educativas tener especialistas que puedan hacerles un acompañamiento.
“Nosotros llevamos un conteo de casos de ansiedad y frustración por estado, en el caso de Quintana Roo hay mucha desigualdad en cuanto a sus municipios, por eso presentó una gran cifra de afectaciones emocionales en menores, pues el estado no contaba con la infraestructura necesaria para que todos sus alumnos pudieran tener clases en línea y eso derivó en emociones negativas”, detalló en entrevista con Por Esto!
Síguenos en Google News y recibe la mejor información.
CG