Noche de celebración mancomunada y de honrar a los difuntos, el cementerio de Cancún se ha llenado de flores, de velas de hombres y mujeres que visitan a sus deudos y alegran su morada.
La tradición de la mexicanidad traducida en la alabanza y el amor en charla de igual a igual con la calaca, la muerte, la huesuda, como muchos le llaman.
Y la muerte no es un chiste, mí tampoco un personaje de terror, si no, una compañera más del viaje y con ella es que nuestros deudos también hablan con nosotros, los que aún estamos aquí.
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El cementerio de Cancún es hoy, como cada año en final de octubre y primeros tres días de noviembre, representación humana del amor y reencuentro con los difuntos amados, abrazo de velas y celebración viva del amor eterno y de comulgar todos, incluso con quienes ya no están de cuerpo presente; México y la tradición de honrar a nuestros muertos.
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