La labor periodística y por consiguiente del análisis que se deriva de la misma, se fundamenta en la exposición de hechos, particularmente como es en este caso, los que provienen del comportamiento y el desempeño de quienes ocupan el poder.
El objetivo no es congraciarse por defecto, por el contrario, se trata de observar, analizar y documentar la labor pública de aquellos que por elección popular o nombramiento asumen una responsabilidad oficial.
Eso no quiere decir que no se reconozca cuando esa tarea se realiza correctamente, sin embargo, la obligación de informar conlleva de suyo el ejercicio de la crítica y el señalamiento puntual de los errores, pero sobre todo si estos están motivados por intenciones y ambiciones ajenas al debido cumplimiento de la labor encomendada.
El compromiso del periodismo y el análisis es con la sociedad, no para agradar a los funcionarios, el ciudadano tiene el derecho de estar informado para tomar sus propias decisiones y establecer sus criterios.
Esta reflexión viene a colación porque nos hemos enterado de fuentes suficientemente confiables y verificadas, de las reacciones de algunos servidores públicos, que han sido mencionados en esta columna donde se han expuesto recientemente sus comportamientos e intenciones.
Estamos hablando específicamente, pero no limitativamente de Pablo Bustamante, Eugenio Segura y Renán Sánchez Tajonar, a quienes por supuesto no les agrado ser ventilados por sus desaciertos actuales en el brevísimo tiempo que llevan al frente de sus encargos.
Naturalmente, la crítica a su desempeño pasa a segundo término, lo que realmente les causa enojo es la explicación de que esa dinámica obedece a sus ambiciones futuras y que para lograrlas son capaces de hacer lo que sea, aun por encima de la ley.
Más allá de establecer incapacidades, inexperiencia y una ausencia total de compromiso personal, nos comentan que lo que les duele es la explicación de como a través del uso y abuso de los recursos públicos a su cargo, están ya inmersos en preparar y organizar sus campañas para cargos de elección popular en la próxima elección.
Pero lo más grave del caso, y vaya que resulta en extremo preocupante, es que más allá de la reacción de enojo, la respuesta a su entorno cercano fue que a pesar de que se les señale por ello, cuentan con la más absoluta autorización superior para hacer lo que están haciendo y continuar a pesar de ser evidenciados.
Esto por supuesto representa un dilema para quien les dio los nombramientos que ostentan, mantener la misma dinámica bajo el soberbio argumento del padrinazgo con el que cuentan y que no tienen empacho en presumir o entender que eso se seguirá haciendo público semana con semana.
No es una lucha de vencidas, no se trata de ver quien puede más, ni de quien se cansa primero, en todo caso seguirán cometiendo errores de eso no hay duda, nosotros por nuestro lado los seguiremos haciendo del conocimiento colectivo.
De hecho, cotidianamente recibimos información de lo que hacen y dejan de hacer, testimonios verificados de sus desviaciones y mezquindades, hay un ejército de personas vigilándolos, que afortunadamente y se dice en el sentido del más amplio agradecimiento, confían que en este espacio eso se hará del dominio público.
El sol no se puede tapar con un dedo, más aún cuando lo que se expone es comprobable y está a la vista, porque por ejemplo y de eso hablaremos más adelante en siguientes colaboraciones, extorsionar empresarios es algo muy sencillo de comprobar, aun reservando la debida secrecía de las fuentes incluso por su propia protección.
Tal vez los únicos que no se dan cuenta son ellos, pero el nuevo gobierno del estado opera más como un partido político que como una institución de orden, su prioridad es electoral y hasta ahora nada tiene que ver con empezar a componer el desastre que heredaron y que de seguir así en muy poco tiempo superara por mucho al que fue el peor gobierno de la historia de la entidad.
Bustamante, Segura y Sánchez Tajonar, insistimos solo por principio de cuentas porque claro que no son los únicos, en su novatez, pero sobre todo por su arrogancia, están convencidos de que, de aquí al veinticuatro, en la próxima elección, van a poder seguir engañando a una sociedad que por cierto cada vez está mejor informada, que se dé cuenta y toma nota de su perversa estrategia.
Una sociedad harta de abusos y que además ahora tendrá que pagar el quebranto que dejo la administración anterior, sin sarcasmo vaya aliciente para confiar en quienes en vez de resolver van a echar a perder todavía más las cosas.
El alegre embajador.
A pesar de que su nombramiento como embajador de nuestro país en Canadá sigue en pausa, Carlos Joaquín parece no estar muy preocupado al respecto, incluso nos informan que mientras más se tarde su designación oficial mejor para él, porque realmente no se la está pasando nada mal y de hecho no quiere irse al gélido país de la hoja de maple.
Como confía plenamente que el nuevo gobierno del estado no ejercerá ninguna investigación real en su contra y mucho menos acciones penales posteriores, aprovecha su estancia en la Ciudad de México para ocuparla en largas sobremesas con sus nuevos amigos de Morena.
Como ayer por la tarde, en la Osteria del Becco, legendario restaurante de la colonia Polanco ubicado en la calle de Goldsmith entre presidente Mazaryk y la calle de Horacio.
En donde departía con singular alegría con connotados dirigentes morenistas, que por cierto no frecuentan este tipo de establecimientos por eso contraviene las normas de la austeridad republicana, a las que claro el no tiene por qué someterse.
Lo único que le hacía falta, me refiero a su atuendo, era una playera con la leyenda “viva la impunidad” mientras degustaba carísimos vinos italianos especialidad de ese restaurante, entre sonoras carcajadas que seguramente eran producto de la gran tranquilidad económica y política con la que cuenta.