Adrián González Díaz, ciclista mexicano con discapacidad, hizo parada en la Zona Maya de Quintana Roo como parte de una travesía que inició en la Ciudad de México y que concluirá en Chile.
El recorrido lo empezó hace tres meses, en una bicicleta adaptada, pues quiere demostrar que las limitaciones físicas no deben frenar los sueños.
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“Eso que parece o creen que nunca podrán lograr, háganlo, no se queden pensando en ‘el hubiera’; atrévanse”, refirió el ciclista, quien pretende en 18 meses alcanzar su meta de llegar a la ciudad de Ushuaia, en el archipiélago Tierra del Fuego, conocido como “El Fin del Mundo”.
En los tres meses de recorrido hasta ahora, pasó por Puebla, Veracruz, Oaxaca, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. “Ahora el destino es Belice o a la frontera con Guatemala, luego Sudamérica, Panamá y la Patagonia, Argentina”.
Comentó que su llegada a la Zona Maya fue a través de la Red de Apoyo de Cicloviajeros México (RACMx); “así es como llegué a casa del amigo Omar (mono sapiens)”.
Refirió que cada día recorre entre 65 y 75 kilómetros; hasta ahora no ha sufrido ningún percance.
Un accidente le cambió la vida
Explicó que dejó de caminar hace 15 años, cuando tenía 25 años de edad, tras un accidente vehicular en el que sufrió una lesión medular.
Añadió que conforme se acostumbró a su nueva realidad, retomó su pasión por los deportes, participando en maratones, aunque considera que lo suyo no es competir, sino la aventura.
Su primer objetivo era recorrer toda la república mexicana, pero después cambió su rumbo a Tierra del Fuego, pues quieres ser el primer ciclista mexicano con discapacidad en lograrlo. “No busco medallas, sólo llegar a mi destino”, destacó.
Mencionó que en esta aventura se ha topado con cicloviajeros de diversos países, con quienes hizo amistad y le dieron motivación para seguir su objetivo.
Reconoció y agradeció la ayuda que le ofrecen habitantes en los pueblos y ciudades, pues se asombran por su discapacidad y su meta. “Si se me poncha alguna llanta, siempre encuentro a alguien en el camino que ofrece ayuda; incluso me han dado aventón y lo acepto, porque tampoco se trata de una procesión, sino de disfrutar el viaje”.
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CG