'Ser esposa de un apresado injustamente también es vivir en la cárcel. Es perder la esperanza y conocer las entrañas de la injusticia en Quintana Roo', afirmó Elizabeth, esposa de José, de quien dijo, fue detenido hace un año por presuntamente vender drogas y cometer tres robos, y que fue llevado a la prisión de Cancún sin juicio alguno.
José, un herrero de oficio, es conocido en su colonia como un ciudadano tranquilo. Fue violentamente detenido durante una madrugada en octubre del 2021, cuando irrumpieron en su domicilio y lo acusaron de narcomenudeo, aunque nunca se halló evidencia de ello; sin embargo, esa misma madrugada fue procesado y encarcelado en el penal de la ciudad.
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“Lo que le hicieron a José fue aprehenderlo sin pruebas y con lujo de violencia. No le encontraron nada y además, los oficiales de la Policía Quintana Roo tuvieron el descaro de decirnos que la misión era llenar el Cereso, porque no tenían gente”, dijo Elizabeth, quien ayer martes, en día de visita familiar a la cárcel, no pudo pasar, porque los custodios alegaron que su marido está castigado por una falta administrativa, aunque no es así. El tema es, probablemente que desean cobrar, aseguró.
Y es que el tema de la seguridad, la delincuencia y el crimen organizado es pan de cada día en el penal. “Los criminales no son los reos”, dijo Elizabeth, “al menos ni mi marido ni un alto número de ellos; el 50 por ciento es inocente, como José”, aseveró, mientras relató los pagos que ha hecho para que su esposo esté a salvo.
“He pagado 150 mil pesos, con ayuda de familiares y amigos, porque no puedo trabajar, al tener que cuidar a mis tres hijos. Para que un reo esté bien y a salvo, tenemos que pagar para que reciba ‘privilegios’, lo que para mí es extorsión y robo”, relató.
Al cuestionarla de lo que le diría a las autoridades, su respuesta es contundente y firme: “soy de Cancún; nací aquí. Nunca he viajado y sólo espero a que salga mi esposo en 15 días, si no nos vuelven a engañar. He pagado mucho dinero; he sido engañada por tres abogados coludidos con la autoridad, y definitivamente, el Gobernador saliente y la electa deberán pagar con cárcel tanta injusticia. José, mis hijos y yo, nos iremos de aquí apenas salga”, confesó, rompiendo en llanto.
Para Elizabeth, la ciudad es hoy una turbulencia; un “nido de políticos rateros y de corporaciones de seguridad liadas con el crimen organizado”, y que le han impedido tener tranquilidad a ella y a sus hijos con José, a quien describe con amor, mientras llora como lo que para ella es: “un guerrero que se dedicó a trabajar y que me prometió que haciendo herrería me cumpliría un sueño, el de pagarme los estudios y llegar a ser una administradora de empresas turísticas, y él cumplió. Por eso lo amo y no lo dejaré solo”, afirmó mientras lamenta cómo se sentirá José en octubre próximo, cuando salga de un encierro inmerecido.
Para ella no hay vuelta atrás, porque si en octubre, y en madrugada como es costumbre que salgan los reos, José sale roto, tras ser esposado, violentado y apresado, sin juicio de por medio, y sentenciado sin averiguaciones ni investigaciones, con un método usado en Quintana Roo como costumbre: la culpabilización fast track como mecánica de una autoridad sin ley, habrá que buscar alguna agrupación que los ayude a probar su inocencia para que pueda rearmarse, vivir con ella y sus tres hijos, y también a trabajar.
“Sé que José está muy roto; lo veo cuando lo miró en las visitas familiares, y me tocará y deseo ser su apoyo, porque va a necesitar sentirse de nuevo completo. Si él me cumplió el ser una administradora de empresas turísticas, ahora me toca probar que lo apresaron con acusaciones falsas, para que pueda seguir haciendo herrería, que es su pasión y con antecedentes penales limpios; así como es él”, finalizó mientras sonreía con la mirada quebrada.
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CG