En la comunidad de atención terapéutica “Vive,” ubicada en la alcaldía de Puerto Aventuras, se ha observado un aumento en la cantidad de pacientes que ingresan debido a problemas relacionados con el consumo de cristal. Este consumo genera graves repercusiones en sus vidas, tanto a nivel familiar como laboral y social. Muchas de estas personas experimentan crisis psicóticas o intentos de suicidio, según informó el psicólogo Pablo de la Cruz Flores.
El especialista precisó que, en la actualidad, en el centro de atención para adicciones “Vive” hay 11 pacientes internados, nueve hombres y dos mujeres. Lamentablemente, el alcoholismo ya no es la única razón para su ingreso; muchos de ellos llegan con problemas asociados al consumo de otras sustancias, en particular, el cristal. Esto da lugar a brotes psicóticos debido a la supresión o al propio consumo de estas sustancias, lo que se manifiesta en alucinaciones y delirios. En algunos casos, es necesario canalizar a los pacientes hacia el área de salud mental para recibir tratamiento psiquiátrico con la administración de fármacos.
Pablo de la Cruz explicó que aquellos pacientes que ya consumen cristal son remitidos a la clínica ubicada en Nicte-Há para diagnóstico y evaluación. Si es necesario, se les proporciona tratamiento médico, aunque es responsabilidad de la familia acompañarlos y asegurarse de que regresen, ya que estos usuarios generalmente no buscan ayuda por sí mismos.
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El psicólogo destacó que los pacientes con problemas de adicciones a sustancias fuertes tienen en común el hecho de que trabajan en el sector turístico, especialmente en la hotelería, o en empleos por cuenta propia, como las barberías. Señaló que el sector turístico es particularmente vulnerable a las adicciones sobre todo en empleos de altos ingresos, por la disponibilidad de dinero que pueden utilizar para el consumo de sustancias.
El instituto sólo admite a pacientes mayores de 18 años, y actualmente hay personas desde 21 hasta 64 años.
También informó que los pacientes que ingresan a la comunidad “Vive” deben estar acompañados por un familiar o responsable, y se les solicita firmar un contrato terapéutico que incluye reglas familiares e internas.
Una vez que los pacientes completan los tres meses de tratamiento en la clínica, el personal continúa brindándoles seguimiento durante un año. Esto implica que los pacientes pueden regresar a la clínica cada 15 días para continuar su proceso terapéutico y asegurarse de que no queden sin tratamiento.
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HS