Lo que para muchos es pecado, ilegal e impensable, ocurre actualmente en la zona hotelera de Cancún y con el permiso de las autoridades: la depredación del manglar.
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Es el kilómetro 3.5 de la zona de playas -frente a la Marina Chac Chí - un área repleta de esta planta, que comenzó, nuevamente, a sentir los estragos del desarrollo, pese que (en teoría) no se puede. Pero es Cancún, y aquí todo se puede. Siempre hay un modo.
Como si no existiera un crimen a perseguir, este lunes, un camión pesado -conocido como tráiler- y maquinarias pequeñas se apostaron con la intención de seguir la devastación, que por cierto ya es conocida por la autoridad municipal que representa Ana Patricia Peralta, quienes al principio actuaron ipso facto con una clausura por la remoción de palmeras nativas del sitio, pero que actualmente permiten continúe con lo que parece, a todas luces, un ecocidio y que se realiza a plena luz del día.
Las gráficas son más que alusivas a lo que ahí acontece. Exhiben que en este paradisiaco polo turístico, las leyes sólo son para algunos. Exhiben la poca autoridad de quienes están en el Gobierno. Lo más lamentable es el mensaje que envía: que siempre hay manera de desarrollar, que el medio ambiente es una bandera política cuando conviene, pero en la realidad, todo se puede destruir.
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HS