Enclavado entre el mundo de los poderosos de Cancún y Puerto Morelos, un minúsculo poblado de ejidatarios se convirtió en el mejor bastión del crimen en, lo que hace mucho, dejó de ser un paraíso: El Caribe Mexicano.
Bonfil es su nombre y en la actualidad tiene una población de alrededor de 20 mil habitantes. La comunidad nació con un perfil agrario, pero está muy alejado de serlo pues además de ser la caja chica del subempleo, del refugio de migrantes que representan la mano de obra barata, es -literalmente- la cueva donde se “guardan” peligrosos delincuentes y en donde se cometen los más atroces crímenes.
La delegación Alfredo Vladimir Bonfil, situada al norte de Benito Juárez, es considerada por colectivos de personas desaparecidas como una zona de exterminio de personas privadas de la libertad por el crimen organizado.
Y es que las mismas autoridades preventivas y de investigación reconocen que es la fortaleza de un grupo criminal en auge.
Un dato destacado es que Benito Juárez -del que forma parte este refugio de criminales- es el municipio que ostenta el mayor número de personas desaparecidas.
Este pueblo -conocido por sus carreras de caballos y fiestas patronales- cobró notoriedad a finales de los años noventa, cuando se convirtió en centro de operaciones de un grupo delincuencial dedicado al trasiego y venta de droga proveniente de Centroamérica.
Debido a ello -y con la presunta complacencia de autoridades preventivas y de investigación-, el lugar se consolidó como una de las zonas más peligrosas de la entidad.
Las casas de seguridad -conocidas como “Ranchitos”- eran literalmente campos de exterminio y bodegas para el acopio de armas de fuego y droga.
Este sitio es tan peligroso que la policía solo se atreve a entrar en convoy reforzado por militares.
El primer horror
Fue el 11 de julio, del 2019, cuando el poblado cobró notoriedad a nivel nacional tras la desaparición del turista Sahir Alexis López Ruiz, de 24 años y estudiante de la Universidad Regiomontana.
Del joven no se supo más luego de que acudiera a la discoteca Palazzo, ubicada en la zona hotelera de Cancún. Las pesquisas hacían presumir que había sido privado de la libertad en el mismo centro nocturno y fue llevado a Bonfil en un taxi, ejecutado y posteriormente cremado en un lugar clandestino que fue asegurado ese mismo año.
Para el 2020, cuando libraban una guerra con otros cárteles, un grupo de hombres (fuertemente armados), irrumpió en la discoteca “imperio” -situada en la plaza Infinnity de Cancún-, ahí los infractores de la ley, privaron de la libertad Diana García Rivera y Jorge Armando Kiau Lugar.
A base de golpes y amenazas los subieron a dos vehículos que se enfilaron sobre el bulevar Colosio e ingresaron en el poblado de Alfredo V. Bonfil, de acuerdo con el seguimiento de Cámaras del C4, que constan en la carpeta de investigación por desaparición forzada en agravio de las víctimas antes mencionadas.
Ambas familias comenzaron la búsqueda -su hija e hijos respectivamente-.
Sin embargo, las autoridades no daban celeridad a la investigación lo que derivó en la formación del Colectivo Verdad Memoria Y Justicia, que preside la madre de Diana, la señora Romana Rivera.
Dicho colectivo logró que las autoridades se movilizaran, pero fue a medias.
Fue hasta que Romana Rivera tomo el activismo de tiempo completo y que se fueron sumando más familiares de personas desaparecidas como surgió el patrón. Resultó coincidente en algunos de los casos: el lugar de la desaparición o la última ubicación de las víctimas. Bonfil se había vuelto recurrente.
En ese sentido, La Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) señala que, del 2020 a la fecha, en Quintana Roo 539 personas ostentan la calidad de desaparecidas (356 son hombres, lo que presenta un porcentaje del 66.05, 183 son mujeres, es decir el 33.95 por ciento).
Romana Rivera, una de las principales activistas en el estado, asegura que su calvario inició tras la desaparición de su hija y a más de tres años de su privación ilegal de la libertad en pleno centro de la ciudad, ha descubierto que las autoridades ministeriales no tienen el personal de las herramientas tecnológicas para llevar a cabo las búsquedas.
La activista sostiene que no puede dar una cifra de las personas que han sido sepultadas en ese poblado, pero las autoridades le han corroborado que han existido, crematorios, fosas clandestinas e inmuebles con cuerpos calcinados y mutilados.
“No podría dar un número de personas desaparecidas, que pudieran estar sepultadas en Bonfil, pero si se tiene conocimiento que ha sido Bonfil un lugar de exterminio, donde muchas víctimas privadas de su libertad por el Crimen Organizado han sido llevadas a ese lugar donde operan con toda impunidad, donde se tuvo conocimiento de la existencia de crematorios clandestinos, testigo soy de fosas clandestinas, y de innumerables hallazgos de cuerpos encontrados calcinados, mutilados”, aseguró la activista.
Señaló que ha recibido información de que el cuerpo de su hija fue arrojada a un cenote, en un área verde situada a un costado de Bachilleres.
No obstante, a pesar de que dicha información fue ventilada en redes sociales, la Fiscalía General del Estado (FGE) hizo una búsqueda superficial, porque -según se justifican- no cuentan con la tecnología especializada para la búsqueda de personas. Algunas búsquedas de su hija-según platica- han servido para localizar otros cadáveres.
En cuanto a la búsqueda de mi hija Diana García Rivera, se han realizado tres búsquedas específicas en Bonfil, las otras búsquedas se realizan en forma generalizada, en dos ocasiones se encontraron cadáveres, primero un cuerpo completo semienterrado, y unos restos de osamenta, a principios de este año.
“En una búsqueda realizada este año encontramos una fosa clandestina, en zona selvática aledaña al poblado, tres cuerpos en avanzado estado de descomposición, de aproximadamente tres meses de desaparición, una de las víctimas era el familiar de una madre buscadora”, enfatizó Rivera.
Rivera es una de las principales madres buscadoras de Quintana Roo, quien desde el 2020 ha cargado con el estandarte de la búsqueda de personas desaparecidas. Reconoce que su salud y tranquilidad se ha visto mermada en los últimos años, pero -ni por un minuto- piensa dejar la lucha.
Con la voz entrecortada asegura que continuará en la lucha hasta que tenga un lugar en donde llorar por su hija. Ha suplicado piedad en redes sociales para que las personas que se llevaron a su hija la devuelvan con vida, no importa cómo, pero lo único que anhela es un lugar para ubicar su dolor.
La madre buscadora sostiene que desde el 2020 a la fecha no existen avances concretos en torno a la investigación sobre la desaparición de su hija, debido a que nunca se aplicaron los protocolos para este tipo de casos o en algunos de los casos los familiares temen denunciar la desaparición de las víctimas por falta de confianza en las autoridades o temor a represalias.
“Desde un principio fue nula la búsqueda inmediata, no se hizo la búsqueda en vida, ni por parte de Comisión de Búsqueda Estatal, qué apenas iniciaba, ni de parte de fiscalía, durante el tiempo de ausencia que es de tres años 7 meses, no se tienen avances concretos, ni para dar con el paradero de mi hija, ni para encontrar responsables” abundó Rivera.
De acuerdo con el último reporte de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), en Quintana Roo, existe una cifra negra de 93.7 delitos que no fueron denunciados o no se inició carpeta de investigación y del total de carpetas que se iniciaron en los ministerios públicos del estado en el 46.1 por ciento, no pasó nada o no se continuó con la investigación.
Fuentes al interior del grupo asignado para la búsqueda de personas desaparecidas en la zona Norte de Quintana Roo, estima que dos décadas, el poblado de Alfredo V. Bonfil debe tener más de un centenar de cuerpo que fueron arrojados a los cenotes o sepultados de manera clandestina.
Asegura que algunos de ellos jamás serán hallados, debido al creciente desarrollo inmobiliario que se registra en la zona y en dónde los desarrolladores en algunos casos omiten reportar el hallazgo de osamentas para evitar retrasos en las construcciones.
Dicha versión fue corroborada por la madre buscadora quien dijo que, la falta de empatía de los constructores que desconocen su dolor evitará que encuentren a sus seres queridos, pues muchos quedan sepultados en los cimientos de lujos edificios que se construyen en la delegación Alfredo Vladimir Bonfil.
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