Los residentes de la cabecera municipal han hecho un llamado a las autoridades de salud y ecología para que consideren la reubicación de las instalaciones de cría de animales, como pollos, cerdos, borregos e incluso caballos, que actualmente se encuentran dentro de la ciudad.
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Esta solicitud se debe a que, con las lluvias, los fuertes olores de las heces fecales se perciben a varios metros de distancia, lo que ha generado molestias en las familias locales. Incluso durante las comidas, son difíciles de soportar.
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Los ciudadanos preocupados han expresado su consternación por tener que respirar constantemente los olores desagradables de las heces de estos animales que todavía se crían en áreas céntricas de la cabecera municipal. Este problema no solo afecta la calidad de vida de la comunidad, sino que también se ha convertido en una cuestión de salud pública que debe abordarse de manera urgente.
Se insta a los propietarios de estos animales a considerar adquirir terrenos en las áreas periféricas para su cría o, al menos, a mantener sus instalaciones limpias y disponer adecuadamente de las heces fecales en otros lugares.
Según los residentes que presentaron la queja, en colonias populares como Miguel Borge Martin, el centro de la ciudad, La Expo y la Unidad Deportiva, entre otras, se pueden encontrar viviendas donde se crían animales, desde borregos y gallinas hasta pavos, cerdos e incluso caballos. Estos animales defecan diariamente, y con la llegada de las lluvias, los olores se vuelven aún más penetrantes, contaminando el ambiente.
Además, las heces fecales se diluyen con las lluvias y, cuando sale el sol, se secan y son llevadas por el viento, contaminando el agua y los alimentos. Esto aumenta significativamente el riesgo de enfermedades gastrointestinales, con síntomas como vómitos y diarreas.
Por esta razón, se solicita encarecidamente que se busquen soluciones como la reubicación de estas instalaciones o la implementación de una estrategia de limpieza constante en dichos lugares, de modo que las heces fecales se dispongan adecuadamente en áreas designadas.
Las amas de casa han enfatizado que no están en contra de que las personas ganen su sustento criando y vendiendo pollos, gallinas, pavos, cerdos, borregos y otros animales, pero también es importante considerar el impacto negativo que esto tiene en sus vecinos. Los malos olores constantes les provocan náuseas durante las comidas, lo que afecta su calidad de vida.
Los corrales, chiqueros, gallineros y establos, como se les conoce, ya no deberían estar ubicados en zonas residenciales. Los residentes enfrentan estas dificultades cada vez que llueve, por lo que se hace un llamado urgente a las autoridades de ecología y salud para que busquen estrategias efectivas que minimicen las molestias y posiblemente consideren la reubicación de estas instalaciones.
Es importante subrayar que la intención no es perjudicar a las familias que dependen de la cría de animales, sino garantizar un ambiente más saludable y agradable para todos los habitantes.
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AA