Los hermanos Román y Reyes Chuc Dzib, desde hace tres años, reemplazaron como rezadores a Enrique Cauich Tah y Pablo Tzib Bac, quienes se retiraron de esta actividad tras más de 50 años dedicados a realizar las oraciones y la entrega de ofrendas a la Virgen de la Inmaculada Concepción, durante la feria tradicional que se celebra en diciembre de cada año.
Son, quizás, los últimos rezanderos en lengua maya que quedan en la ciudad, a menos que se reactivan las clases de maya que se impartieron hasta hace unos meses en la iglesia de la Patrona del pueblo, advierte Román Dzib, quien confía en que las nuevas generaciones retomen sus tradiciones y raíces para continuar por muchos años más con estas costumbres arraigadas, que llevan más de un siglo y medio realizándose.
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Hace unas semanas se vivieron con fervor y fe las tradiciones locales durante la feria, donde los rezanderos tuvieron una intensa actividad con la entrega de ofrendas a la Virgen, desde alimentos hasta las ceremonias de bajada y subida de la imagen, rituales con un fuerte arraigo en Kantunilkín, debido a que se interpreta en lengua maya.
Durante cinco décadas, los encargados de estas actividades tradicionales fueron Pablo Bac y Enrique Cauich Tah, quienes, debido a su avanzada edad la difícil situación vivida durante la pandemia, tuvieron que retirarse y cuidar su salud, cediendo el lugar a los hermanos Chuc Dzib.
Desde hace una década, los miembros del Consejo Supremo Maya e incluso el rezandero tradicional, Fidel Baas Chuc, vislumbraron el declive de esta actividad si las nuevas generaciones no mostraron interés por aprender las costumbres de la comunidad, desde las obligaciones de los miembros del Consejo hasta la realización de los rezos en maya para entregar las ofrendas.
Hace un par de años, Baas Chuc manifestó su preocupación sobre el tema de los rezanderos tradicionales tras el fallecimiento de su hijo Fernando, quien se perfilaba para ser uno de los oradores que darían continuidad a las tradiciones locales y perpetuarían el legado de Pablo Bac y Enrique Cauich, con quienes ya realizaba la entrega de las ofrendas.
Fue entonces cuando se demostró la integración de los hermanos Chuc Dzib, quienes desde hace tres años realizan las actividades en coordinación con el Consejo Supremo Maya, lo que permitió que las tradiciones perduren por algunos años más. Sin embargo, es imperativo enseñar las costumbres desde casa y desde las instalaciones del Consejo Supremo Maya.
Román Chuc Dzib confía en que las nuevas generaciones despierten su interés por la tradición local y se muestren orgullosas de su identidad, ya que se notó su participación en otros ámbitos de la cultura local, y esta no debe ser la excepción, pues es la más importante para conservar más de un siglo y medio de costumbres.
Recordó que hace algunos meses se impartían clases de rezos en maya en las instalaciones del Consejo, con una maestra proveniente de otra parte del estado, y contaban con la participación de varios niños, niñas y jóvenes. Sin embargo, se desconoce qué sucedió con esas actividades.
Afirmó que es importante que el Consejo y los sectores culturales realicen las gestiones correspondientes ante las instancias del Gobierno estatal para retomar estas actividades y enseñanzas para los jóvenes y niños de las nuevas generaciones, y así las tradiciones perduren por más tiempo y no sean ellos los últimos rezanderos de Kantunilkín.
Aprovechan plan
Agustina Tah Pech, del Consejo Supremo Maya, informó que el año pasado se concretó un proyecto del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) que consistió en contar con un maestro de rezos en maya durante un período de dos meses, los cuales fueron aprovechados por los miembros para trabajar en la preservación de las tradiciones.
Explicó que existe interés en los jóvenes por ciertas costumbres, como bailar jarana o tocar la música, pero es muy bajo le dan poca importancia en formar parte de las tradiciones como organizadores de gremios, y nulo el interés en ser rezadores mayas, lo que causa preocupación. No obstante, se está trabajando en la preparación de una persona que pueda darles continuidad.
Luego del retiro de Enrique Cauich y Pablo Bac, y tras el fallecimiento de Fernando Baas, quien ya colaboraba con estos antiguos rezanderos, se tuvo que trabajar en la búsqueda de sus reemplazos, y fueron los hermanos Román y Reyes Chuc Dzib quienes cumplieron con las expectativas y desde hace tres años están al frente de los rituales y oraciones mayas.
Tah Pech sostuvo que había una mujer interesada en aprender los rezos en maya y ya se está preparando. Se pretendía incluirla en esta feria tradicional en la entrega de las ofrendas; Sin embargo, los diputados de corridas y gremios ya se habían decidido por los hermanos Chuc Dzib.
No descartó que, para las actividades de mayo, en las festividades de la Santa Cruz, ya pueda estar acompañando a Román y Reyes Chuc en la procesión, a fin de que se vaya preparando para cuando tenga que asumir la responsabilidad de ser la rezadora oficial del Consejo Supremo Maya.
Con más de un siglo y medio de tradición en donde siempre han prevalecido los hombres como rezadores, sería la primera mujer en asumir este importante papel, lo cual ya fue dialogado en más de una ocasión por los miembros del Consejo Supremo Maya y aceptado por todos.
Aún no hay una fecha definida para que asuma este rol; será hasta que los actuales rezanderos ya no puedan cumplir con sus compromisos. Después de eso, tendrán que preocuparse por preparar a otra persona, pero pareciera haber más interés de las mujeres adultas en preservar las tradiciones, mientras que las nuevas generaciones se preocupan más por la convivencia de la feria que por la tradición en sí.
Es decir, les gusta asistir a las corridas, a los bailes, a los juegos mecánicos, a las matanzas de cochino, subir fotos a redes sociales, mostrando orgullo por sus tradiciones, pero no se involucran activamente, a pesar de que sus padres sean. organizadores de gremios o corridas. Todo esto sucede porque no se enseña en casa la importancia de la cultura, los usos, las costumbres y las tradiciones que se transmiten de generación en generación.