
Con orgullo y lágrimas de triunfo, después de haber sufrido discriminación en su familia, burlas de los hombres del campo, de sufrir una división del primer grupo de jugadoras y empezar una nueva generación, Fabiola May pide a las mujeres indígenas de todos los pueblos originarios de México que promuevan su idioma con orgullo.
"Siendo mujeres, nunca permitan que les digan que no pueden, porque sí pueden. Ni el marido, ni el novio, ni la familia, ni nadie que les quiera quitar sus sueños, porque sí se cumplen. Con la mente firme y siempre adelante, se puede lograr", alentó May Chulim.

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A ocho años de haberse creado el fenómeno de las Diablillas de Hondzonot, la fundadora, previo a un partido contra un equipo local, concedió una entrevista exclusiva para esta corresponsalía para hablar del deporte que las ha llevado a lugares nunca imaginados, cocinando y lavando en su pueblo natal.
"Pasé tantas cosas como mujer en mi propia comunidad, que ahora siento que puedo decirle a todas las mujeres indígenas del mundo que sigan sus sueños, que no bajen la guardia, que porten su ropa tradicional y hablen su lengua materna con orgullo, y no dejen que mueran las tradiciones".
Los partidos para ellas este año representan mucho más que un deporte. "Quiero decirles que no importa que uno sea indígena, la verdad los sueños se cumplen. Estamos presentes en un evento que me hace sentir muy feliz en el Día Internacional de la Mujer, porque siendo mujer, siendo casada, si tienes pareja y te dicen que no puedes salir porque tienes deberes, claro que lo entendemos, pero además de hacerlo, podemos practicar lo que nos gusta", aclaró May Chulim.
"Deben entender que al hacer lo que nos gusta, nos motiva más a responder en nuestros deberes familiares o de pareja, porque sabes que estás haciendo lo que a ti te gusta como mujer, y ningún hombre, nadie puede venir a decirte que no puedes. ¡Sí puedes!", alentó a las mujeres de los pueblos originarios de México.

"A mí, como mujer, muchas cosas me pasaron, me humillaron, me dijeron que no podía, que yo no servía, se burlaron de mí y mírenme. Hoy estamos siendo ejemplo. Estuvimos en un lugar maravilloso que fue el Estadio de los Diablos Rojos, donde lancé la primera bola de un juego profesional de sóftbol femenil. Fue un sueño que nunca pensé que iba a lograr, y hace un mes lo logramos", reforzó Fabiola.
Hablar el idioma materno, el maya, "nunca debemos perderlo. Nosotros, cuando jugamos, hablamos maya, somos maya cien por ciento, es una lengua que traemos y nos inculcan desde pequeñas, son nuestra raíz, queremos que nos sigan reconociendo por nuestra cultura. Es algo que no se debe perder", comentó.
Para los hermanos indígenas que vienen de otros estados, les dijo que "nunca se olviden de dónde vienen, portar la ropa tradicional es algo para lucir con orgullo, no debemos perderlo ni dejar de usarlo, es nuestra herencia e identidad ancestral".

Su historia
Y es que jugar sin zapatos y portar el huipil fue el momento de comodidad necesaria que les dio el triunfo en Tulum, para luego convertirse en un estandarte para promover la cultura y la lengua maya a través del deporte de una forma genuina y simpática.
Lo que en un principio eran juegos de niños en el campo de béisbol en sus pueblos, con pelotas de tenis o de futbol, a ocho años de que iniciara la idea de ser un equipo de sóftbol femenino con mujeres mayahablantes, hoy en día es un fenómeno mundial.
Fabiola recuerda que en su infancia, en las canchas de béisbol, en las horas en que los hombres del campo aún no llegaban a la comunidad, salían a jugar entre ellas contra los niños, y de ahí se fueron juntando cada vez más amigas, pero ahora para jugar las famosas "cascaritas" a mano y sin zapatos.
Un día fueron invitadas a jugar un torneo, les regalaron uniformes para que fueran como deportistas comunes, y se vieron en la necesidad de conseguir tenis, cosa que nunca habían usado. Les fue tan incómodo jugar la primera entrada con tenis que les salieron ampollas, otras lloraron porque no podían jugar bien, así que decidieron jugar como ellas aprendieron a partir de la segunda entrada, terminando el partido con un triunfo.

Estuvo cuatro años al frente del grupo y luego terminó su ciclo, quedándose la mitad del equipo en otro sentido, y ella con su propio estilo. "Muy padre que nunca imaginamos que iba a suceder, o sea, que lleguemos a tanta gente, que inspiremos a más mujeres amas de casa a jugar, es algo que pasó sin querer y sin pensarlo se fue dando".
Al inicio de Diablillas, no sabíamos agarrar un guante porque usábamos la mano, de ahí ganamos el primer lugar de un torneo que se realizó, y les ofrecieron enseñarles a jugar con entrenador y arreos, el deporte para mujeres que tantas satisfacciones les ha dado.
Cuando iniciaron las cascaritas, se formaban dos equipos a la vieja usanza, las "chingonas" y las que no sabían jugar muy bien. De esas retas nos invitaron a jugar en un torneo, de esos dos equipos hicimos un equipo reforzado para participar, y de ahí, de las Diamantes y Faisanes, surge el nombre de Diablillas.
La promotora del sóftbol maya dijo que al ver que los hombres jugaban béisbol y se divertían mucho, pues "nosotras también podemos jugar un deporte, y eso estamos haciendo".

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"Al principio fue muy difícil, porque los hombres no salían a apoyarnos. Salían a insultarnos, a decirnos cosas cuando salíamos a practicar. Se burlaban de que no sabíamos nada o nos insultaban, pero a nosotras no nos importaba", recordó, pero "cuando vieron que no nos importaba y apoyábamos a mujeres a jugar con nosotros y empezamos a ganar, como que reflexionaron y decidieron apoyarnos".
"Ahorita, los hombres, cuando escuchan que vamos a jugar, salen a apoyarnos", lo que hacen y su determinación para hacerlo ha cambiado la mentalidad de todos, incluso, "a mi papá no le gustaba que yo saliera a jugar, me decía que soy casada, que tengo hijos, que tengo marido, que debo atenderlos, que no debo salir, porque la costumbre es que la mujer es de casa", confesó Fabiola May.
Hoy en día, con todo lo que ha pasado, su papá le dice que siga luchando por lo que ha conseguido, logrando cambiar hasta la mentalidad del patriarca de la familia.
Usar el huipil, jugar sin zapatos, es algo muy bonito, le da comodidad, "porque es nuestra cultura y tradición, así salimos a moler, así compramos, así vivimos, y así hemos decidido jugar", explicó Fabiola May Chulim, pero reconoció que el estilo sencillo y humilde de hacerlo nunca imaginaron que daría la vuelta al mundo y que Hondzonot sería el centro de atención, pues escribes en el buscador de internet el nombre de la comunidad y aparecen las Diablillas.